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Martí

Y ahora, el susto italiano

Después del brexit, la consulta colombiana sobre el proceso de paz y los grandes fracasos de Hillary Clinton y Nicolas Sarzoky, la incertidumbre se instala en Italia. El domingo, Europa estará pendiente del referéndum de reforma constitucional italiano. El país está muy dividido y los sondeos pronostican el triunfo del no. El gobierno de Matteo Renzi sacó adelante su propuesta pero sin el apoyo de los dos tercios del Parlamento, por lo que el texto debe someterse a la votación ciudadana. El otrora emergente primer ministro italiano se aferra al descrédito de la demoscopia para mantenerse en el cargo, pues anuncia que dimitirá si su propuesta fracasa.

La reforma del florentino Renzi rebaja el Senado a una Cámara decorativa y otorga la exclusividad legislativa a los diputados en Roma, con el consecuente recorte de la autonomía regional. Todo bajo el presupuesto de hacer más gobernable el país, pues la constitución vigente concede el mismo poder a las dos Cámaras del Parlamento, en un carta magna proclamada tras la Segunda Guerra Mundial con el propósito de evitar nuevos Mussolini. Sin embargo, con el bicameralismo actual, Italia ha tenido 63 gobiernos en 70 años de historia republicana.

El equilibrio político italiano siempre ha sido muy débil, y el joven líder del Partido Democrático ha unido en contra de su reforma al ala más izquierdista de su partido, a los seguidores de la berlusconiana Forza Italia, a los lombardos de Liga Norte y al movimiento de Beppe Grillo. Así que las justificadas intenciones de Renzi para desbloquear el país tienen enfrente a los más potentes activistas del populismo, que en los últimos días han subido los decibelios de las descalificaciones hacia él. «Ocupa» se antoja como el calificativo más amable.

Al mandatario transalpino, amigo de Pedro Sánchez le puede pasar como al exdirigente depuesto en el PSOE: que su exceso de autoconfianza le catapulte. Es más, el origen del referéndum ha quedado en segundo término, y el debate se ha polarizado en torno a su figura, con peligrosas consecuencias, pues Renzi alcanzó el gobierno tras la enésima división interna del centroizquierda italiano, no en unas elecciones. En cualquier caso, la crisis que se avecina en Italia ensombrecerá aún más el tapete europeo, con la primera vuelta de las presidenciales francesas a la vuelta de la esquina, con la probable victoria de la ultraderechista Marine le Pen y el anunciado ascenso en Holanda del islamófobo Partido por la Libertad de Geert Wilders.

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