Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

El Cervantes de Gurb

Cela recibió el Nobel en un diciembre como éste, pero fechado en 1989. En Estocolmo bajo cero tuve oportunidad de entrevistar a Knut Anhlund, el académico sueco conservador que rehabilitó en años consecutivos a escritores castellanos de derechas como Don Camilo u Octavio Paz, a quienes leía sin traducción. Aprovechaba la ausencia por enfermedad del poeta Artur Lundkvist, que vetó a Yourcenar o Borges por falta de fuelle progresista. Anhlund acabaría dimitiendo tras los premios encadenados a rojos como Dario Fo, y le pregunté qué escritores españoles estaban en la lista del premio de todos los premios. Sin secretismos ni titubeos, me confió un nombre, Eduardo Mendoza. Para entonces ya se habían publicado La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios, que merecen cualquier galardón. Por desgracia, no puede decirse lo mismo de la obra posterior del escritor barcelonés.

Sin noticias de Gurb sigue siendo la culminación de la ironía anglosajona de Mendoza. Creó un Quijote galáctico, que enlaza con el premio Cervantes que viene de recibir. Sin embargo, su alienígena le persigue como una maldición a superar, desde su propia génesis prosaica en fascículos de un suplemento veraniego. Al prolongar ese enfoque en La aventura del tocador de señoras y Mauricio o las elecciones primarias, lanza productos más merecedores de castigo que de premio. De Pomponio Flato es imposible hablar sin incurrir en injuria. La ciudad de los prodigios queda ensombrecida por la insostenible La isla inaudita. Por fortuna, los personajes en constante vaivén de Mendoza se serenan en Riña de gatos, extrañamente ganadora del Planeta dada su calidad literaria. Es una gran novela de la preguerra madrileña, contemplada desde la perplejidad de Gurb.

Mendoza no ha firmado la gran obra que la literatura cervantina tiene derecho a exigirle. Engrosa el palmarés del Cervantes gracias a sus cuatro primeras novelas, con más de treinta años de antigüedad. Obliga a preguntarse por qué no obtuvo el galardón Agustín García Calvo, y pavimenta el premio para Muñoz Molina, Vila Matas, Marías y el elenco completo de La desfachatez intelectual.

Compartir el artículo

stats