Garrofa viva es el nuevo proyecto impulsado desde la Unió de Llauradors para revitalizar el cultivo del algarrobo, un árbol emblemático del paisaje mediterráneo. En el marco de la celebración en 2016 del Año Internacional de la Legumbre, la organización agraria ha puesto en marcha una iniciativa plural -ya cuenta con la implicación de diversas instituciones, ayuntamientos, universidades, asociaciones, agricultores, etc- y de largo recorrido para recuperar los valores de esta especie, garantizar su mantenimiento, su cultivo rentable y conservación del patrimonio arbóreo monumental que representa. Una de las cinco líneas fundamentales de Garrofa viva, presentada esta semana es estudiar y valorar el potencial ambiental del algarrobo. Porque esta especie leguminosa presenta una gran capacidad para mitigar el cambio climático por su función como sumidero de CO2 -como ponen de manifiesto los estudios del IVIA-, mientras que los campos de algarrobos también sirven para la prevención de incendios forestales, la erosión y, en consecuencia, la desertización. Se trata de un árbol de gran resistencia a la falta de agua. La Unió quiere reivindicar el algarrobo -además de como pilar en la lucha contra el cambio climático- en sus vertientes turística, desde la gastronomia a las rutas naturales, y de salud, ya que la algarroba tiene propiedades dietéticas interesantes como la ausencia de gluten.