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Mecánica culpable

La campaña de cierto feminismo contra el calendario erótico de la pequeña, satinada, Cartelera Turia, ha obtenido su primera victoria: el director, Vicente Vergara, se ha pasado unos cuantos días de reposo y nolotil, atacado de ciática. No es Pearl Harbor pero pueden apuntarse una baja. Siempre me pareció que el feminismo de pasillo político es cosa de grupetes de señoras de posición aceptable, cultura bastante amplia (lo que no les libra del amor a la conjetura y cierta preocupación escolástica) y fuertes expectativas de destino en el cargo: legítimas del todo, no hace falta aclararlo, pero matan moscas a cañonazos. Eso es el calendario de la discordia: una mosca al lado de enjambres de aguijones como las portadas de Interviú o las páginas de Mongolia, por decir algo.

Ninguna de las revoluciones planteadas en los sesenta ha gozado de tanto éxito como la emancipación sexual y la lucha de las mujeres por sus derechos. La Segunda República dio el voto a la mujer que con Alfonso XIII sólo tenían las viudas y solteras (se supone que las casadas tenían que estar a lo que mandase el marido). Pero aún estamos muy lejos de la igualdad retributiva (que, curiosamente, a casi nadie parece urgirle) y, más lejos aún, de permear los espesos y varoniles conciliábulos del poder bancario, político, religioso, económico y, sí, también académico. Como ven este artículo va destinado a hacer amigos (y amigas).

Cuando George Orwell llega a Barcelona para combatir el fascismo, reconoce, con honradez, que la prostitución no ha sido abolida, sino colectivizada. No es lo mismo y lo invoco sólo para subrayar lo difícil que es modificar, aunque sea un poco y en un sentido favorable a las víctimas, cualquier realidad social incrustada, rutinaria, atávica. Sobre todo, no nos aburran más con consideraciones de dudosa inteligencia acerca de la cosificación de la mujer: ese oscuro objeto de deseo, dijo el clásico. Y ese objeto sólo es proyección del propio anhelo, así funciona el mecanismo y a mi no me pregunten que no lo inventé, sólo soy mecánico (y sin calendario de tetas y culos).

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