La última edición del «Informe Anual de la Profesión Periodística», que cada mes de diciembre presenta la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), aporta datos tan elocuentes como significativos sobre el sector. Además de fijar en 7.890 personas la desgarradora cifra de paro, siempre según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal ateniéndose a los usuarios que rellenan periodista como primera opción de trabajo, establece los porcentajes de quienes, dentro de este ámbito, trabajan en los medios informativos y de aquellos que lo hacen en comunicación corporativa.

El estudio de 2016 refleja que hasta el 40 por ciento de los profesionales desarrolla su labor en la citada comunicación institucional o empresarial. Y si nos retrotraemos al informe de 2015, podemos ahondar todavía más en el tipo de entidad para la que trabajan. Uno de cada tres de ese 40% lo hace en empresas privadas, un 37,4% desempeña su tarea profesional en organismos o sociedades públicas, mientras que un 20% lleva a cabo su tarea en partidos políticos, instituciones u ONG. Únicamente el restante 10% está empleado directamente en agencias de comunicación.

Ese porcentaje inicial y global del 40% se ha ido consolidando en los últimos años y ha asentado la comunicación corporativa como un nicho de empleo consustancial a la formación periodística. Como una salida profesional cada vez más habitual y con mayor demanda.

Del mismo modo, la naturaleza del trabajo ha variado considerablemente en la última década. Se ha pasado del tradicional gabinete de prensa, circunscrito sobre todo a la relación con medios periodísticos en sus múltiples facetas y a la confección de publicaciones internas, al actual gabinete de comunicación, que abarca todo lo anterior más el amplio repertorio que incluye el lote digital de web, redes sociales, blog o boletines. Además, añade un sinfín de tareas vinculadas a protocolo, comunicación interna u organización, que lo alejan de esa especie de retiro que, hace una década, se llegaba a considerar para periodistas baqueteados en medios.

Esa transformación deriva, al igual que en las redacciones periodísticas, en un aumento de la exigencia y especialización. Comunicación política, empresarial, institucional, gastronómica, en entidades deportivas y un largo etcétera por sectores e incluso por situaciones o coyunturas. El máximo exponente de esta última faceta lo constituyen los expertos en comunicación de crisis y las agencias contratadas por su capacidad para afrontar esa clase de circunstancias.

Desde un partido político en ciernes hasta un restaurante de moda, pasando por una agrupación de comerciantes o una cooperativa vitivinícola, disponen ya de su propia web y sus perfiles en diferentes redes sociales. Si aspiran a desarrollar una estrategia de comunicación con rigor y a medio plazo, buscan a un profesional que, en muchos casos, destaca por su cualificación periodística. Su capacidad para generar contenidos de calidad, la inquietud por estar al día de la actualidad y la curiosidad por conocer su entorno social suelen forman parte del plus que aporta un periodista. Por cierto, fundamental el informe de la APM, un año más, para calibrar la importancia y actualidad de la profesión periodística en España.