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Julio Monreal

Mesa para dos en la carrera municipal

Sandra Gómez se ha visto arropada por patronal, Cámara y otras entidades en su plan de incremento del turismo en Valencia, un respaldo que la iniciativa privada no concede al alcalde Ribó, alineado con los vetos y desaires de líderes de Compromís a diversas iniciativas empresariales.

Los principales líderes empresariales valencianos han respaldado públicamente esta semana a la socialista Sandra Gómez y su plan para potenciar la ciudad de Valencia como destino turístico. La primera teniente de alcalde de la capital ha trazado un proyecto con amplia participación para hacer posible que las pernoctaciones anuales pasen de 4 millones a 5,5 y que el gasto medio por visitante suba de 137 euros a 150.

La patronal de Salvador Navarro, la Cámara de José Vicente Morata, 80 empresas, agencias de viajes, operadores turísticos y un largo etcétera de entidades apuestan por incrementar la oferta de la ciudad en conexiones aéreas y en cruceros, a pesar de las opiniones del director ¿estratégico? del consorcio que gestiona los espacios urbanos lindantes con el puerto, Ramón Marrades, detractor público de este último tipo de aportaciones a la economía local. (Si estuviera en el Barça ya le habrían destituido, como a Pere Gratacós por matizar el valor de Leo Messi).

No recuerda uno un despliegue empresarial junto al alcalde Joan Ribó como el brindado a Sandra Gómez el pasado jueves a propósito del plan de turismo. Las relaciones con el mundo de la iniciativa privada llevan camino de convertirse en una diferencia estratégica -esta sí- entre Compromís y los socialistas en el ayuntamiento y, en general, en las instituciones que gobiernan conjuntamente. Mientras los primeros tienden a convertir al mundo de la empresa en sospechoso permanente de la mayor parte de los males que aquejan a la sociedad, los segundos intentan tejer una nueva relación entre lo público y lo privado para alentar la creación de empleo, que será el principal indicador de la grestión cuando lleguen las elecciones. El veto a Puerto Mediterráneo; el ninguneo a los promotores de un hotel casino en la Marina de Valencia, las trabas a Lafarge en Sagunto, el ya rectificado sistema de gestión de envases o el proteccionismo en los horarios comerciales son asuntos que han enrarecido el clima entre los gestores de Compromís y el mundo económico, que sin embargo no duda a la hora de fotografiarse con los líderes socialistas cuando se ponen en marcha iniciativas.

Junto a este marco general se desarrolla una sorda batalla en el ámbito municipal de Valencia. Sandra Gómez no es Joan Calabuig. Ella quiere ser alcaldesa y busca el choque con Ribó, el contraste de la juventud y el impulso con la gestión pausada del alcalde, que para unos es sosiego y para otros, inactividad. La primera autoridad municipal ha tenido que salir a la palestra a proclamar que pretende presentarse de nuevo a la reelección como cabeza de lista de Compromís tras tomar conciencia de que dos de sus oficiales, Pere Fuset y Carlos Galiana, estaban ya ofreciéndose como sucesores ideales y sembrando el malestar y la confusión entre sus propias huestes.

Concejales de Compromís y asesores de la formación de la sonrisa naranja se muestran divididos al señalar cómo son las relaciones del alcalde con su equipo. Para unos, la primera autoridad municipal «deja hacer» a los responsables de cada área, con amplio margen de actuación. Para otros, el batle se pone de perfil en cuato surge un problema para que no le salpique. Unos señalan que Ribó mantiene una actividad pública y de iniciativas de perfil bajo para que sus concejales sean los que lleven el protagonismo y otros justifican sus periódicas ausencias en los 70 años que cumplirá en septiembre.

Sandra Gómez y el socialismo local han visto en Ribó y en la relación con los suyos (entre los que hay del Bloc, de Iniciativa, Gent de Compromís, cabreadas varias y Giuseppe Grezzi, el único que está haciendo lo que vino a hacer al grito de 'ladran, luego cabalgamos') una brecha por la que aspirar a la recuperación del liderazgo en la izquierda. La debilidad del PP y la intrascendencia de Podemos en el consistorio completan el mapa que ha animado a la primera teniente de alcalde a intentar ganarse primero el liderazgo social que Ribó no quiere, no puede o no sabe asumir, y después el de su partido a escala local, donde los puñales también brillan en una agrupación controlada por la oposición a Ximo Puig, con José Luis Ábalos al frente. A la espera de que el PP decida quién será su cabeza de lista en 2019, el duelo es cosa de dos y si Sandra Gómez supera el examen interno planteará batalla al actual alcalde.

Acabar la T-2 es apostar por el transporte público y el futuro

La Generalitat Valenciana ha decidido tirar la toalla y renunciar a terminar la línea de metro T-2, planeada para unir los barrios de Orriols y Nazaret atravesando Ciutat Vella. Después de invertir en la infraestructura unos 200 millones de euros, el presidente Ximo Puig no ve posible obtener los cerca de 120 millones necesarios para completar el trabajo, y ha proclamado junto al alcalde Joan Ribó que solo una aportación del Estado permitirá poner la línea en funcionamiento.

Es una lástima que una inversión tan enorme se quede inútil en el subsuelo, y también que los ciudadanos de Valencia y su área metropolitana se vean privados del más potente y sostenible medio de transporte público. En Barcelona, una situación parecida se resolverá con la venta de patrimonio pero en Valencia la terminación de la red de metro se mantendrá pendiente de una Administración central que se ha negado en 25 años a apoyar el transporte público que sí subvenciona en otras capitales. Hay poco dinero y muchos asuntos en los que gastarlo, pero los tiempos y las tendencias marcan que el transporte público necesita prioridad: hoy es conveniente, mañana será obligado.

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