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Pintar y pensar

Luis Massoni no sólo es un pintor excelente, sino también un pensador sosegado, un hombre que discurre serenamente sobre el arte, sus procesos creativos, su poder y sus carencias . Coincide en su ejercicio mental con otros artistas que asimismo nos han dejado páginas en torno a esa cuestión que les concierne sustancialmente. Recuerdo, por ejemplo, (escritos por ellos mismos o recogidos por sus allegados) los pensamientos de Cézanne, Braque, Jean Dubuffet, Chagall, los cuadernos y notas dispersas de Lucio Muñoz reunidos y publicados por su hijo en el libro El conejo de la chistera, o lo mucho y bien que escribió Ramón Gaya, con quien Luis Massoni guarda bastantes puntos de contacto.

Su reciente „y exitosa„ exposición en Madrid, en la galería de Mercè Ros, ha significado una mirada retrospectiva a cuarenta años de trabajos del pintor valenciano, centrados en gran parte en el retrato, del que es cultivador excepcional y al que infunde la nobleza y la talla creativa de las cumbres históricas del género. Con ocasión de la muestra se ha editado un catálogo muy especial que incluye, junto a las reproducciones de sus pinturas y dibujos, una extensa selección de textos del propio autor. En ellos se revela la consideración rigurosa del artista por su tarea, el profundo alcance de sus conceptos y la agudeza con que los delinea y expresa. «Perseguir la forma hasta merecer el color», propone. O «Lentitud no es frialdad». Y él, a quien se ha calificado como pionero del realismo mágico, lo define así: «Encontrar, en lo accesorio, lo esencial».

Resulta estimulante hallar esa coherencia sólida de un artista entre su obra y los planteamientos que la sustentan. El reconocimiento actual hacia Luis Massoni, cada vez más valorado, se probará de nuevo en su próxima exposición en las Atarazanas de Barcelona, a partir del 1 de marzo. En ella se exhibirá por vez primera este retrato de los hermanos Alfredo y Jorge Serratosa realizado en 2010. Y sin duda proseguirá Massoni su itinerario sin concesiones ni desfallecimientos. Como bien remata sus reveladoras frases: «No trabajo con la sorpresa del que estrena su mirada, sino con la pasión del que, al mirar, se despide de la belleza del mundo».

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