La gaviota que aparece en el logo del Partido Popular (PP) no es tal, sino un charrán. Así lo sostiene el autor del diseño, Fernando Martínez Vidal, quien dice llevar defendiendo esa identidad desde 1989. Y ello pese a que los propios estatutos populares identifican el ave de su logo oficial como una gaviota, un punto que Martínez Vidal ha pedido en el último congreso del partido que se enmiende. Entonces, ¿gaviota o charrán? El diseño es esquemático y, por tanto, abierto a interpretaciones, pero, a ojo de ornitólogo, la silueta remite más a la de una gaviota, más pesada y de alas más anchas, que a la de un charrán, de fisonomía más atlética y grácil. El congreso del PP no ha querido pillarse los dedos y ha resuelto la situación con un empate técnico: "Es un charrán, comúnmente aceptado como gaviota". ¿Será un híbrido?

Que la enmienda se presente ahora, después de veintiocho años de vigencia del logo, da que pensar. El PP lo justifica porque la ley de partidos obliga a identificar el logo con claridad (algo que no han hecho con su declaración). Más bien parece una operación de marketing. El charrán tiene asociada una simbología positiva (vuelo elegante, viajero de amplios horizontes), frente a la imagen negativa de la gaviota (basurera, carroñera, ladrona y oportunista). ¿Ha mutado de una en otro por conveniencia política? La pugna remite a la dualidad entre el gavilán y la paloma de la canción que popularizó Pablo Abraira a finales de los años setenta del siglo pasado, trocando la historia romántica de la balada por prosaica estrategia de partido. Curiosamente, los adjetivos que empañan la imagen pública de la gaviota le vienen como un guante a cualquier político corrupto. Por otro lado, el lavado de cara que pretende la transformación de la gaviota en charrán olvida la primera acepción de esta voz en el Diccionario de la Academia: "Pillo, tunante", compartida por la definición en asturiano, que también designa otros atributos indecorosos como "charlatán", "indiscreto", "farolero", "ordinario" y "sucio".

No cabe un dictamen definitivo (a fin de cuentas es arte), pero el "jizz", acrónimo inglés usado entre los pajareros para referirse a la apariencia general de un ave, inclina la balanza a favor de la gaviota. Más aún, se trataría de una gaviota entre mediana y grande, del tipo de la patiamarilla, la más común en España y también la más asociada a la mala imagen del grupo (el de las gaviotas, no el popular).

El autor dice que el ave, charrán o gaviota, vuela hacia la derecha, pero ni este extremo está claro. Si es así, lo que se aprecia en el centro de la silueta sería la cola del ave, que en ningún modo corresponde a la cola larga y ahorquillada característica de los charranes. Aunque si fuese al revés, si el pájaro se desplazase a la izquierda (para horror de los militantes más ortodoxos) y lo que se apreciase fuese la cabeza, tampoco encajaría con la de un charrán, pequeña y de pico largo y afilado, sino con el perfil más romo de la gaviota.

Si el cambio no cuela, al PP siempre le queda la alternativa de rebuscar en la biología y la ecología de las gaviotas. Verá que son aves de éxito, inteligentes, adaptables, resistentes, con una rica conducta social y complejos sistemas de comunicación. Buenas virtudes, muy convenientes todas ellas en política. También son longevas, y ostentan una posición dominante en los ecosistemas de los que forman parte. Otra característica destacable es la frecuencia con la que hibridan entre ellas, una pauta a la que no es difícil buscarle un símil político, si bien seguramente no interese hacerlo. Aunque, visto lo visto, ni gaviota ni charrán, sino un oportuno cruce para velar disidencias.