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Liberal levantisco

De acuerdo, Donald Trump es un cabestro y cuando lleva diez minutos sin hacer o decir majaderías, llega alguna de sus compañías peligrosas y la hace o la dice por él. Generales de brillante hoja de servicios y magistrados más conservadores que el obispo de Cuenca han renunciado al honor de bailar con Trump, aunque sea un baile suelto. El penúltimo de los montoneros de la derecha leninista -los ricos somos una clase oprimida por los pobres subvencionados- es Milo Yannopoulos, periodista a ratos y maricón a tiempo completo, además de pederasta confeso y dado a hacer bromas sobre el abuso de menores en los colegios religiosos: «Si la chupo tan bien es gracias al padre Michael».

Este deslenguado quiere que los homosexuales vuelvan al armario o cofre de los congelados, lo que no es el contrasentido que parece, sino una admirable coherencia: «Los vicios para nosotros; al servicio, hay que imponerle la virtud». Vale. Si la cabeza de Donald Trump no se cruza con la trayectoria de alguna bala (sobre todo del fuego amigo, que siempre es el más peligroso) puede ocurrir -y esa es una cuestión que deberíamos estar planteándonos- que las cosas no vayan tan mal como se teme. Imaginemos que el comercio mundial se vuelve algo más apático y que en Singapur o Malasia la economía se estanca. Eso no quiere decir que después de cuatro años, Trump no pueda presentar algunas cifras buenas (para EE UU): quizás una recuperación de la industria o una bajada de los niveles de paro o ambas cosas.

Algunos proclamarán escandalizados que ese señuelo ya lo usó Hitler. Así es y no le fue nada mal una buena temporada. Mientras, las estrellas de Hollywood firman manifiestos liberales y Lady Gaga, que es multimillonaria, canta hasta desgañitarse el himno antifascista de Woodie Guthrie This land is my land, sube la Bolsa y las celebridades americanas, ahora tan levantiscas, confían en que la presión tributaria sea tan leve como hasta hoy. No querrán, encima, que les amen los mineros sin trabajo y los granjeros que no encuentran cliente para su trigo. Esto, también hay que decirlo.

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