En la actualidad, la figura del "sexo débil" ha roto todos los cánones sociales y se ha convertido en una pieza clave que juega un papel protagonista en el mundo de las empresas y de los negocios, habiendo evolucionado a un mayor ritmo para superar los retos impuestos por la propia sociedad.

Hoy en día es habitual encontrarnos con mujeres en puestos directivos de alta responsabilidad y presencia; pero este hecho, hasta hace poco más de dos décadas, era bastante improbable. Desde siempre, por su naturaleza, la mujer se ha considerado socialmente en inferioridad de condiciones y se le han atribuido tareas y funciones de menor importancia, asociando la figura de mujer al cuidado de la casa y de los niños y otras tareas domésticas.

Es evidente que este modelo queda totalmente caduco y que la transformación de la mujer en la sociedad ha roto dicho paradigma, convirtiéndose en un arduo competidor del "sexo fuerte" y demostrando una mayor implicación, poder de negociación, tacto, seguridad y destreza en el ámbito laboral, lo que le ha permitido que la penetración y consolidación de su figura en el mercado laboral sea cada vez más sólida.

A pesar de ello, culturalmente, aún nos encontramos barreras donde el desempeño de la mujer en puestos directivos supone una mayor exigencia, donde se esperan unos resultados superiores que, en ocasiones, van acompañados de una menor remuneración. De manera sutil se muestra que esta barrera no está superada por completo y que aún queda camino por recorrer. Aun así, muchas mujeres empresarias han logrado incluso superar las expectativas, independientemente de los estigmas sociales impuestos.

La implicación y presencia de la mujer empresaria y profesional, que ocupa puestos directivos, se ha dado tanto en el ámbito privado como público, habiéndose normalizado su acceso a estos puestos de trabajo. Sin embargo, el acceso a estas funciones supone solo una parte del camino, dado que, en ocasiones, para poder mantenerse en la cima, hay que asumir un coste de oportunidad elevado. La mujer profesional y/o empresaria no puede equilibrar su evolución personal con la profesional, por múltiples razones:

Preferencia por una formación académica de alto nivel y en constante reciclaje y mejora.

Implicación total y absoluta en el proyecto empresarial.

Escala de metas y objetivos cada vez más ambiciosa.

Todo ello implican asumir un coste de oportunidad elevado, como es la formación de una familia y el retraso de la maternidad. Es precisamente en este apartado donde hay una clara falta de cultura que se intenta corregir, dado que ha de convivir la vida personal y profesional en total consonancia si efectivamente se pretende hablar de desarrollo, evolución y aceptación de la mujer en el ámbito laboral.

En la Comunidad Valenciana, con el claro deseo de visibilizar a la mujer empresaria, directiva y profesional en todos los ámbitos del mundo económico valenciano, se han creado distintas asociaciones que permiten generar sinergias, contar experiencias y llevar en unidad la consecución de la igualdad de la mujer; y mediante alianzas transfronterizas, hacerse escuchar y mantener el férreo deseo de seguir progresando de forma eficiente ante las exigencias que se les presenta.