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Matías Vallés

El fiscal de Panamá

Más allá de gestos estériles, por fin Mariano Rajoy aporta un dato concreto de que su compromiso sobre la corrupción va en serio. Al nombrar a un fiscal Anticorrupción con una sociedad abierta en Panamá, el presidente del Gobierno garantizaba que la persecución a los otros corruptos estaba en manos de alguien que conoce el drama desde dentro, y no únicamente a través de abstrusos códigos. Se olvida demasiado a menudo que los grandes delincuentes fiscales y mafiosos que constituyen sociedades en paraísos fiscales también tienen sentimientos, y son tan respetables en sus emociones como el resto de la comunidad. Manuel Moix puede entender mejor que nadie la zozobra de que un seísmo político derroque al régimen panameño y ponga en peligro su elaborado secreto.

Es muy fácil acusar de crímenes que se ignoran. El primer requisito para investigar a los corruptos de Panamá consiste en haber vivido la experiencia desde dentro. El fiscal Moix ha solidificado así la identificación del ministerio público con la sociedad. No merece la destitución, sino un cálido homenaje, extensible al presidente del Gobierno que sin duda le exigió el mérito panameño, porque nadie puede imaginar que un ejecutivo solvente no dispusiera de la información completa al respecto.

Ya lanzado en su cruzada moralizadora, el fiscal de Panamá también ha purificado a la institución familiar al introducir la figura del testamento paterno, igual que Jordi Pujol y otros ilustres usuarios de los paraísos fiscales frecuentados por mafiosos. El canto de Moix a la familia de Moix debería desbaratar a los críticos más insidiosos. El titular de Anticorrupción obligó a Rajoy a desempolvar su sms oficial para estas ocasiones, en un enternecedor «Moix, sé fuerte». El astuto ministro Rafael Catalá desvió la acusación hacia los operadores jurídicos sin cuenta en Panamá, algo habrán hecho. En efecto, Moix aporta un grado superior de fiabilidad, que obliga a sospechar si los funcionarios judiciales que actúan contra las sociedades en Panamá no están movidos únicamente por la envidia malsana.

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