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¿Octavo arte?

Si el cine -nacido a fines del siglo XIX- recibió pronto el apelativo de «séptimo arte», hay quien ahora propone que el título de «octavo arte» se otorgue a la moda. Propulsor de esta candidatura es el escritor y profesor universitario de Literatura Comparada José M.ª Paz Gago. La expone en un libro recientemente publicado por la editorial Hércules: El octavo arte. La moda en la sociedad contemporánea, encabezado por un prólogo asertivo del autorizado diseñador y presidente de ACME (Asociación de Creadores de Moda de España), Modesto Lomba.

No cabe duda de que Paz Gago conoce a fondo el asunto que trata, apoyado además en valiosa bibliografía. Una ágil visión del transcurso histórico le sirve para constatar la persistencia de «la» moda (frente a la fugacidad de «las» modas) como fenómeno estético, social y cultural; como arte de la seducción. Plantea su consideración como una de las bellas artes a través de las obras de grandes creadores, desde el precursor Worth o el singular Fortuny hasta los contemporáneos Issey Miyake o Christian Lacroix, pasando por los nombres más significativos, todos ellos con plena conciencia de la altura y transcendencia de su labor. Y refuerza sus análisis con reveladoras citas de escritores, filósofos y poetas que desde hace un par de siglos han reflexionado sobre la moda: Simmel, Balzac, Carlyle, Baudelaire, Mallarmé, Wilde, Proust, Barthes..., pero también el colombiano José Asunción Silva o la española Emilia Pardo Bazán.

El profesor Paz Gago repasa con agudeza la relación y conexiones de la moda con el teatro, los ballets de Diaghilev, el cine, los movimientos artísticos de distintas épocas, la complicidad con los medios de comunicación y la imparable omnipresencia de la moda en los museos e instituciones de arte. Contempla diferentes etapas: globalización de la moda a partir de los años 80; reinvención de la alta costura con diseñadores estrella y desfiles espectáculo; y la actual «era de la fast fashion» merced a la revolución digital que genera, dice, «una mutación en la forma de comunicar, promocionar, vender y vivir la moda». En cuanto al futuro, apunta: «La clave está en el signo de los signos en que se ha metamorfoseado la moda actual: la marca»; para añadir: «La moda transmutada en marca retoma su imperio de antaño y de siempre, invadiendo todos los ámbitos de la vida social e individual». No cree, sin embargo, que esta omnímoda difusión la prive de su aspiración al arte, puesto que «contribuye a estetizar nuestra existencia». Y concluye, apodícticamente: «Como las restantes bellas artes, su condición artística siempre nos procurará un placer nuevo y estimulante. Por eso la moda, el octavo arte, merece un puesto de honor entre ellas».

Se puede estar de acuerdo, o no, con tan intrépida tesis, pero este libro -como bien se ha dicho- «esboza una historia intelectual de la moda», planteando perspectivas y enfoques que justifican una detenida lectura.

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