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Camilo José Cela Conde

Homeópatas

Tras la muerte en Italia de un pequeño al que sus padres se negaron a que le diesen antibióticos para curar una otitis que padecía

Sería tremendo que el escándalo de la homeopatía, esa supuesta medicina que jamás estudio científico alguno legitimó, tildada de puro placebo, recibiese el rechazo social que se merece a causa de la muerte en Italia de un pequeño al que sus padres se han negado hace poco a que le diesen antibióticos para curar una otitis. Insistieron en llevarle a un homeópata que ya le había tratado antes pero, en esta ocasión, los patógenos se extendieron hasta que los médicos -los de verdad- tuvieron que declarar su muerte cerebral. La homeopatía ha tenido en España una historia plagada de vergüenzas, con cursos de postgrado en las universidades de Barcelona Sevilla, Zaragoza y Córdoba que, menos mal, se cerraron ya. Pero que yo sepa, aún se imparten cursos oficiales de homeopatía veterinaria con dos créditos de reconocimiento nada menos que en la Complutense. Y la UNED ofrece en este curso un programa de Homeopatía, Fitoterapia y Nutrición para Profesionales Sanitarios; Diagnóstico, Tratamiento, Normas y Gestión; una enseñanza de tanto nivel, según parece, que su título exige las muchas mayúsculas que mantengo aquí. La presión de las multinacionales como la francesa Boiron mantiene viva la superstición sanadora de la homeopatía porque genera al año un negocio de 60 millones. Es probable que los diarios mantengan su sección de horóscopos porque se leen y se buscan. Pero fiarse de si llegará el gran amor o el viaje de tu vida a causa de la disposición diaria de las constelaciones del Zodiaco no lleva a otro riesgo que el de la debilidad mental y ese, por desgracia, abunda sin necesidad de recurrir a las predicciones imaginarias. Con la homeopatía se entra en un terreno muy distinto porque los fármacos tienen que pasar por una serie tan exigente como prolongada de pruebas clínicas antes de que su venta se apruebe. Pero los bálsamos de Fierabrás no quedan sometidos a control alguno y, disfrazados de medicamentos homeopáticos, son de libre comercio y uso. Hasta que la tragedia llega. Lo sucedido con el pobre niño italiano, muerto por la cerrazón de sus padres, se añade a la lista de las víctimas infantiles a las que sus padres, en su día, decidieron no vacunar por cualquiera sabe qué credo religioso o superstición laica. En un mundo en el que la educación llegase al nivel exigible en el siglo XXI no pasaría. Aunque he conocido incluso a médicos y farmacéuticos que animan a probar tratamientos homeopáticos. No es cosa de esperar a que la humanidad abandone el analfabetismo pero cabe exigir ya que los requisitos que se aplican a cualquier medicina se extiendan a lo que pasa por serlo. Y a las universidades, que no enseñen ni homeopatía, ni hipersensibilidad electromagnética.

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