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Escopeta nacional

Cuando la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, fue acusada en la cámara regional de ser beneficiaria de un par de chanchullos, no sé si los mismos de Nacho González y Eduardo Zaplana u otros paredaños, se arrancó la rubia con vivas a la Guardia Civil, no sabemos si antes o después del tintorro. En eso, en la originalidad del argumento, se ve que es una dirigente con futuro. Hasta ahora cada vez que un cargo público del régimen era conducido al juzgado de guardia por dos o más agentes (que, cautelarmente, se habían dejado la cartera en casa), los voceros y amplificadores de la pandilla (no mencionaré sus siglas para no acercar la función fonadora a la excretora) decían que todo era una complot de comisarios, picoletos y togados que les tienen manía.

Es la excusa de los malos estudiantes porque en efecto la derecha española no hubo de dar palo al agua durante cuarenta años, de eso se encargaba el general, y les queda querencia por la unanimidad y el encarrilado, hay que comprenderlos. Ahora siempre toca comparecencia o comisión de control, en fin, tarea: así no hay quien viva. La vagancia es la única razón que explica la pasividad de los votantes del partido que no nombro ante el agusanamiento y descomposición general que acredita el consorcio. Lo que ha quedado claro es la vocación atlantista de ¡Espaaaña!: todos los pisos, chalés, áticos y cuentas los tienen en Panamá, república hermana, como el fiscal Moix, como el exministro Soria. Los Pujol prefieren Andorra porque glaciares, crestas, acantilados y ventisqueros pirenaicos son buenos coraceros de la pasta. Los demás, nosotros, rehenes de Hacienda y de nuestro pasaporte.

Los historiadores del futuro tendrán problemas para nombrar esto: cloaca patrimonialista y cleptómana es muy largo. Por primera vez desde que aprendí a hablar, me faltan palabras. La negociación de los presupuestos del Estado acredita, una vez más, que el cemento une más que el acento (regional) y más que el cemento, la partida que es como se llama cada capitulo de los presupuestos: un nombre con resonancias de vieja cacería.

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