Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La sombra alargada del pasado

La política española es una pequeña gran escaramuza diaria frente a los datos económicos que permiten al Gobierno respirar optimismo. Rajoy, sin embargo, los vive como el éxito de su Real Madrid, sincopados, en medio de una ofensiva judicial que le impide ser feliz del todo. Pronto, en julio, tendrá que comparecer ante el tribunal para declarar como testigo por el "caso Gürtel", que en su circunstancia significa la foto de un reo. Se ha garantizado la estabilidad en la legislatura con la aprobación de los presupuestos pero el guirigay de la corrupción no le permite tener paz. El frente abierto con los fiscales presagia, además, un futuro nada optimista. El poder desgasta, es cierto, como decía Andreotti, aunque mucho más no tenerlo, pero siempre reserva sorpresas desagradables. El poder para Mariano Rajoy ha traído consigo una corriente envenenada del pasado que el presidente del Gobierno no ha sabido disipar abriendo las ventanas. Lo ha hecho, pero el viento es implacable, arrastra con él las inmundicias del tiempo ilusorio en que José María Aznar intentó convencernos desde la cima de una cloaca que el país iba bien. Los gobernantes con cierto poso están preparados, por lo general, para subirse al carro y no asustarse de lo que critican desde la oposición, pero es como si no se dieran cuenta de lo que viene de atrás y se ha gestado en la propia casa. John F. Kennedy, que cumple centenario, confesó en 1960 cuando fue nombrado presidente de Estados Unidos que lo que más le asombró al alcanzar el poder había sido descubrir que las cosas eran tan malas como él mismo había estado diciendo que eran. Eso no fue lo que más sorprendió a Rajoy en el momento de relevar a Zapatero en una circunstancia económica endemoniada. Lo peor para él vino cuando la sombra alargada del pasado empezó a hacer imposible su presente.

Compartir el artículo

stats