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Trump, otra vez

Yo es que tengo un don para la premonición: hablo en mi columna de la falta de cultura y de, peor aún, educación en televisión, y en los días siguientes no paran de emitir imágenes del maleducado más poderoso del universo: el señor «Hagamos grande América otra vez».

Si no fuera porque es un peligro mundial, daría risa, o pena. ¿Cómo se puede tener tanto poder y al mismo tiempo ser tan poco respetuoso con quienes le rodean? El empujón al primer ministro de Montenegro fue antológico: lo aparta para situarse al frente de los líderes de la OTAN y cuando lo consigue pone cara de «aquí estoy yo y mando más que nadie, pringaos» y se arregla la chaqueta. A mí me recordó a un abusón que había en mi cole, que cuando humillaba a alguien hacía el mismo gesto de soberbia.

También vimos repetidas veces su apretón de manos con Macron, el presidente de Francia, en el que los dos competían como niños para ver quien aguantaba más sin soltar al otro. Lamentable. ¿Qué será lo próximo? ¿Un torneo donde veamos quien mea más lejos? Esto sería más complicado, ya que Merkel o May no podrían competir por razones obvias.

Su penúltima gran intervención fue el anuncio del abandono de EE.UU. del Acuerdo de París contra el cambio climático. ¡Hala! Él a la suya, y el planeta a tomar por saco. Toda la parafernalia montada en los jardines de la Casa Blanca y retransmisión televisiva en directo. En su discurso nos regaló otra perla que denota su ignorancia y su nulo interés por la verdad. Dijo: «Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París». Bueno, pues resulta que la antiguamente conocida como «ciudad del acero», hace más de una generación que es ejemplo de innovación tecnológica y cuidado del medio ambiente. Pero como él y su equipo parecen ser unos ignorantes, supondrán que el resto del mundo también lo somos.

¿Qué queréis que os diga? Me siento muy frustrado. Un señor que desprecio profundamente, está decidiendo nuestro futuro y el de nuestros hijos y no podemos hacer nada. ¿De verdad no hay remedio? ¿No va siendo hora de que empecemos a pensar qué podemos hacer?

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