En un momento tan crucial como es el comienzo del siglo XXI, deberíamos preguntarnos si realmente, los valencianos estamos preparados para ser ciudadanos de la Unión Europea si el sistema educativo valenciano no potencia los valores y el bagaje cultural que posibilita que esa Unión sea una realidad y no un espejismo. En el preámbulo del Tratado de la Constitución Europea se afirma que este texto surge «inspirándose en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho».

No consigo entender cómo no se blindan asignaturas, tan esenciales para todo europeo, como Ética, Filosofía e Historia, pues son las materias que promueven en los alumnos todos esos valores a los que se refiere este importante preámbulo. Sólo ellas poseen la capacidad reflexiva para fundamentar, mantener, posibilitar y potenciar estos valores de la Unión que «son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres». Y nuestro Estatuto de Autonomía afirma que «la Comunitat Valenciana, como región de Europa, asume los valores de la Unión Europea».

El conseller Vicent Marzà y el tripartito saben que los ciudadanos democráticos no nacen, sino que se hacen. Por ello, necesitamos una educación ético-filosófica que nos prepare para poder participar en esa democracia fuerte que quieren las Corts Valencianes y Europa. Las ciencias humanas y naturales adquieren sentido y fuerza social desde una inteligencia ética y social en la que el filósofo educa al alumno; siendo beneficiosas para la sociedad cuando están guiadas por unos valores y unos proyectos éticos que los alumnos aprenden en Ética y en Filosofía.

Mas, ¿cómo podrán pasar nuestros alumnos de simples habitantes del territorio a auténticos ciudadanos democráticos valencianos si se elimina la obligatoriedad de aquellas materias que son insustituibles para «defender y promover los derechos sociales de los valencianos que representan un ámbito inseparable del respeto de los valores y derechos universales de las personas y que constituyen uno de los fundamentos cívicos del progreso económico, cultural y tecnológico de la Comunitat Valenciana» (Estatuto de Autonomía, artículo 10.1).

Tras 40 años de dictadura, la democracia no surge por arte de magia sino por el pensamiento filosófico-crítico, de lo contrario muere y se fosiliza, alejándose de la ciudadanía. Y de la misma manera el Estatuto de Autonomía se convertiría en papel mojado. ¿Puede, por tanto, un gobierno defender unos valores democráticos que no promociona al negar el motor que los alimenta, es decir, una buena educación filosófica? En la decisión del tripartito está la respuesta.