Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La deuda de los ´susanistas´ en el PSPV

El pasado jueves, este periódico publicaba una interesante noticia a propósito del próximo congreso nacional del PSPV, que se celebrará a finales del mes de julio: el actual secretario general del partido, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, pactará con varios de los jóvenes alcaldes socialistas que en 2015 obtuvieron excelentes resultados en las elecciones municipales, muchos de ellos con claras mayorías absolutas, como el actual presidente de la diputación de Valencia y alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez; o el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa.

Ambos apoyaron a Susana Díaz en el reciente proceso de elecciones primarias, al igual que Puig, y ahora se aliarán para propiciar un congreso con un guión previsible: la continuidad de Puig como secretario general y una Ejecutiva de consenso, con las inevitables concesiones a los sanchistas (al principio no es que hubiera muchos sanchistas en el PSPV, pero seguro que su número no hace más que aumentar en las últimas semanas).

El pacto parece completamente normal, sobre todo teniendo en cuenta la amplitud y claridad de la victoria de Sánchez en la Comunidad Valenciana. O detalles como que su principal valedor aquí, José Luis Ábalos, actual portavoz en el Congreso de los Diputados, dijera en el programa de Levante TV ´Halcones y Palomas´ del pasado lunes que veía con buenos ojos la posibilidad de una dirección bicéfala en el PSPV, en la que Puig continuara al frente de la Generalitat Valenciana, pero otra persona ocupara el puesto de secretario general del partido.

Pero, si nos atenemos a la posición que ocupaban hace muy poco tiempo Carlos Fernández Bielsa y Jorge Rodríguez, como principales portavoces de la oposición interna a Puig en el PSPV, vemos que se trata de un pacto obligado por las circunstancias: por el error, común, de haber apoyado a Susana Díaz (y quedar retratados en los resultados de las primarias), y por la necesidad de evitar ´sustos´ provenientes de los partidarios de Pedro Sánchez, que tanto músculo han demostrado tener.

Sin embargo, hay que tener en cuenta, en la evaluación de las fuerzas respectivas, un matiz muy importante: no es lo mismo pedir a la militancia que vote a Susana Díaz (algo que se ha demostrado con mucha claridad que la mayoría de los militantes no querían ver ni en pintura, pues Díaz encarnaba un proyecto socialista poco afín a la naturaleza e intereses del PSPV), que hacerlo por el actual presidente de la Generalitat Valenciana, con todo lo que ello implica: con el gobierno autonómico detrás. Un gobierno que funciona razonablemente bien, y que al menos no está dedicado a luchas intestinas que lo paralicen, como muchos se temían. Y esto es mérito fundamentalmente del propio Puig y de Mónica Oltra. Y con el aval indudable, en fin, de que, con él, aunque fuera con un muy mal resultado electoral, considerado en solitario, los socialistas recuperaron, por fin, la Generalitat Valenciana (y también la Diputación de Valencia y enormes cuotas de poder municipal).

Todo ello probablemente pese demasiado como para que el congreso del PSPV depare sorpresas. Y este pacto con la oposición interna, unidos en su común susanismo, viene a certificarlo. Tampoco parece que la experiencia de la bicefalia, inédita en el PSPV a nivel autonómico, le haya ido demasiado bien al PSOE en el pasado: la única vez que se ensayó, con Almunia y Borrell, la cosa acabó en desastre. Otra cosa es que la victoria de Pedro Sánchez sí que implique hacer concesiones, lo cual es lógico y normal. Una bicefalia, como mucho, de facto, pero no de iure.

Compartir el artículo

stats