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La vida de Toñi

Viva la vida. Así, como el mítico tema de ColdPlay con el que Guardiola animaba a sus pupilos en aquel Barça de fútbol de seda. Así se llama el programa que ahora ocupa las tardes del fin de semana telecinquero, último reino de María Teresa Campos. En el juego de tronos de Mediaset hay una nueva princesa de las tardes sabatinas, la Khalessi de Sanlúcar, Toñi Moreno.

El estreno no fue nada bien y para intentar remediarlo, las huestes de Vasile han ordenado a la productora Cuarzo (la de Ana Rosa Quintana) que cargue con más munición las próximas entregas.

La estrategia de Toñi fue plantarse en el backstage de Ricky Martin para hacerle al puertorriqueño un Chester entre bambalinas. La cosa quedó en una oda al último trabajo del cantante titulado «All In» ( literalmente «Todo Dentro», pero no traduzcan al pie de la letra). En el juego del póker significa, ir con todo, apostarlo todo (no soy un experto en naipes, todo lo que se del póker lo aprendí de Sky Masterson en «Guys and Dolls»).

Más que entrevista fue un «aquí te pillo aquí te mato» promocional con los carteles de la gira del cantante de fondo. No soy muy puntilloso en las cosas de vestir pero me sorprendieron las chanclas de Ricky, debe preferir en estos casos llevar el pie suelto.

Hace ya tiempo que el bueno de Riky contó con naturalidad que estaba enamorado de un hombre, un tal Jwan Josef un artista londinense de origen sirio con un hoyuelo en la barbilla nivel Robert Mitchum.

Por eso no entendí la impostura de Toñi haciendo ver que si Ricky le dice ven, ella lo deja todo. Entre otras cosas no soy ajeno al cotilleo que empareja a Maria Casado, presentadora de las mañanas de la 1, con la propia Toñi. (En las cosas del querer lo más importante es ser feliz, hasta ahí podríamos llegar, pero recordemos que cuando lo de María y Toñi salió a la luz el enfado de ambas fue telúrico). En lo profesional Toñi en su Canal Sur se curró la calle, se enfrentó a curanderos, convivió con feriantes, compartió con adictos y con familias que vivían a la intemperie. Ya en la 1 presentó «Entre Todos» un espacio en el que un estudiante de Servicios Sociales le echó en cara en directo que su programa fomentaba la caridad, que se jugaba con los sentimientos y más bien debía ser el Estado del Bienestar quien garantizara las necesidades de los desamparados que acudían a él. Se las tuvo que ver con una Comisión de Control en el Congreso por decir que ante el maltrato machista «o se denuncia o se calla una para el resto de su vida», unas declaraciones más que desafortunadas que le costaron un buen disgusto. No soy gran fan de Toñi, admito que domina el cuerpo a cuerpo, que tiene muchas tablas lijadas en horas de platós en directo y recursos para salir de la situación más comprometida. Pero tengo para mí que presume en exceso de sus orígenes humildes en plan «yo me lo he currao» y sobre todo desconfío de cómo maneja las teclas de la emoción del prójimo, los hilos del sentimiento. No se, hay algo en ella que me hace desconfiar. Heroína televisiva en un país que fue capaz de inventar que Ricky Martin salió del armario de una joven (literalmente) para darle una sorpresa (la leyenda urbana atribuye esta escena al mítico «Sorpresa Sorpresa» versión Concha Velasco). Según quien te contara la historia el relato continuaba con la joven embadurnada de mermelada (nocilla según otras fuentes) a la que lamía un perro a quien la muchacha llamaba Ricky en homenaje de fan al cantante. Un bulo que tuvo que desmentir la propia Concha en el programa siguiente y que ha quedado para la memoria colectiva como la leyenda catódica más infame de la televisión en España. El boca oreja es lo que tiene en este país un tanto «Viva la Vida». La vida de Toñi.

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