«El comercio, recorriendo la tierra y los mares, superando los obstáculos que se oponen a la comunicación de los pueblos, engrandeciendo la esfera de las necesidades, deseos y de los placeres, multiplica los trabajos, fomenta la industria y viene a ser en todos tiempos el motor del universo» Ensayo sobre el comercio (Madrid,1805)

los empresarios expertos y sensatos —Mario Mariner y Vicente Folgado- difunden la voluntad de que València -cap i casal—vuelva a ser ciudad de ferias, con el significado, actual y remoto, que el proyecto comporta. El concepto de ciudad ferial no es anticuado ni el modelo de ferias, tal como se concibió, tiene que pasar al olvido. València, si es algo, es ciudad de encuentro y capital del comercio. Que se lo pregunten al Prior y Cónsul Mayor de la Llotja dels Mercaders, Vicente Ebri ; al presidente del Colegio de Agentes Comerciales, Antonio Soriano o al presidente de Unió Gremial, Francesc Ferrer.

Capital del comercio

Feria València no es sólo la decadencia que partió del fatídico diciembre de 2001. Cuando se armó su capacidad de endeudamiento imprudente con los gobiernos del Partido Popular en el Ayuntamiento de Rita Barberá - presidenta del Patronato—y en la Generalitat de Eduardo Zaplana—responsable máximo del Consell de 1995 a 2002. Desde entonces, bajo la presidencia de Alberto Catalá, asistido por Belén Juste en la dirección general y Enrique Calomarde en la secretaría, la feria se entrampa. Emprendió una carrera de obras desmedidas para sus expectativas de negocio. Se cierra el ciclo de gestión desenfrenada en 2011, ya con Francisco Camps - absorto con sus sastres y empapado de megalomanía- en la presidencia de la Generalitat. Cuando la institución ferial valenciana, afectada por las dificultades financieras de la Generalitat, hubo de incrementar las garantías ante los bancos acreedores, incluyó además la concesión que tiene otorgada por el Ayuntamiento. Renovada en 2002 hasta 2052, está vigente. Se acabó complicando al Ayuntamiento en el compromiso de dotar a València de infraestructuras y logística adecuadas para consolidar la dimensión metropolitana y la responsabilidad de ejercer la capitalidad ferial de la CV.

Provincianismo

Estas acciones con repercusión en el ámbito autonómico, han incidido en la animadversión, políticamente inducida, en relación al liderazgo de la ciudad de València, desde los centros de poder situados en Castelló y de manera más virulenta en Alicante. Donde no hay cabeza todo son pies. No fue sólo la circunscripción provincial de València la que proporcionó las mayorías absolutas del PP, con poderes omnímodos, en pasadas citas electorales. Alicante y Castelló también coadyuvaron con su voluntad política. Especialmente para dos personajes que rigieron los destinos del país, Eduardo Zaplana y Alberto Fabra. Con representación en la de Valencia, Alicante tiene su institución ferial -IFA-- para el sector del calzado y alguna cosa más.

¿Quién paga?

Sobre quién debería pagar las deudas en las que ha incurrido la institución, está la premisa fundamental de salvaguardar el papel deseable de València como ciudad de ferias. El garante es el Ayuntamiento, propietario del terreno y de las instalaciones. Las competencias autonómicas sobre la celebración y organización de ferias recaen en la dirección general de Comercio de la Conselleria de Economia , Generalitat Valenciana. Es impensable que se vendan los solares y la edificación que hay encima para saldar las deudas de Feria València. Esta hipótesis, si fuera posible, dejaría a la ciudad y a la Comunitat Valenciana sin el principal recinto ferial autonómico y el único metropolitano. De cumplirse ese expolio, los empresarios no podrían alcanzar su afán de que València vuelva a ser capital de ferias. Misión que recuperaría una función malograda y la más productiva para ser urbe de ferias con crecimiento en el turismo de negocios. El éxito de este objetivo está supeditado a enderezar el abandono secular al que la administración central del Estado somete a la CV.

CEV y Feria

En los cuarenta años de existencia de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), la Feria—que es centenaria—no ha sentido la necesidad de asociarse con ella. En las circunstancias actuales de interinidad se ha decidido vincular Feria València a la CEV como entidad asociada, previsiblemente con la devoción de contribuir a las arcas de la patronal. ¿Por qué hacerlo ahora en tiempos de indefinición y penuria? La posibilidad existe, porque así lo recogen los estatutos de la CEV, pero no lo aconseja la prudencia, ni la necesidad, ni la oportunidad ni la conveniencia. Si Feria València no es empresa, tampoco es recomendable que se embarque en adhesiones, máxime si son onerosas. Esta decisión, que se debe posponer, exige discernir si es el momento adecuado para adoptarla, cuando las conexiones entre cargos cruzados—de cuyo nombre no quiero acordarme-- entre CEV y Feria son evidentes. Ciudad de ferias, sí, pero con sensatez e independencia. Al servicio de todos.