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Alfons García03

Vaya por delante

Llega el congreso federal y los ánimos socialistas vuelven a encenderse. La existencia de vencedores y vencidos tras la batalla de primarias se hace más evidente que cuando cerraron las urnas.

Vaya por delante que la victoria de Pedro Sánchez ha sido aplastante, arrolladora, sin paliativos y cuantas expresiones altisonantes se quieran utilizar. No valen tiritas frente a esa realidad. Y Ximo Puig demostraría que no ha entendido nada si no metiera mano en la ejecutiva del PSPV y no previera cambios importantes. De nombres y de maneras de hacer. Su dirección ha demostrado que estaba demasiado lejos de lo que se cocía en las casas del pueblo y en la calle.

Vaya por delante que los críticos con Puig tienen, por tanto, motivos y legitimidad para presentar una alternativa si lo consideran. Y vaya por delante que el nuevo secretario de Organización, el valenciano José Luis Ábalos, tiene todo el derecho a hacer valer a los suyos y sus posiciones, porque las urnas han dado la razón a él y a Pedro Sánchez.

Pero, con todo, convendría evitar incurrir en incoherencias por exceso de pasión. A uno le cuesta procesar que se exija la integración de sensibilidades en la federación valenciana -queda dicho que es necesaria- y al mismo tiempo se defienda que Pedro Sánchez teja su ejecutiva en función de la eficacia y la confianza de sus componentes y no de la integración. Esta quedaría para el comité federal, el de casi 300 miembros y cuyas competencias van a quedar sometidas al poder de la militancia después del congreso. Vale que la eficacia en el trabajo de la dirección es un buen argumento, pero si vale para Ferraz debería servir para Blanqueries entonces.

Y lo mismo para la bicefalia. Vaya por delante que Puig y los suyos erraron de pleno al enarbolar que una victoria de Susana Díaz reforzaba al presidente de la Generalitat. Ábalos y el sanchismo tienen argumentos para empujar una alternativa. Sin más. No hace falta recurrir a separar lo orgánico de lo institucional, porque continuando con el silogismo el secretario general Pedro Sánchez no tendría por qué ser entonces el candidato en las próximas elecciones, dadas sus ocupaciones orgánicas. Y nadie piensa eso, ¿verdad?

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