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Pillando el «point»

Arriesgada fecha en torno al Bloomsday para finalizar mi campaña de primavera (inútil, bien lo sé) contra los neoanglicismos directamente superfluos. Estupenda fecha para recordar lo que cantaban Los Beatles hace justo y ya 50 años. Aquello de «So may I introduce to you the act you´ve known for all these years: Sergeant Pepper´s Lonely Hearts Club Band». Traduzco, ayudado por Google: «Así pues, permitidme que os presente el espectáculo que ya conocéis desde hace años: La Banda del Club de Corazones Solitarios del Sargento Pimienta». El verbo inglés introduce se traduce en este caso por el castellano presentar, no por introducir. Pero como la memez de los llamados falsos amigos idiomáticos (dos palabras que suenan parecidas en dos idiomas diferentes, pero que no significan lo mismo) se contagia tanto o más que sarampiones y gripes, no paro de oír a gente que quiere ser introducida en vez de presentada. Si ello revelase un inaplazable afán lujurioso, allá cada cual, quién pudiera. Pero me temo que no haya tal. Introducir significa en español «meter o hacer entrar algo en otra cosa». Y como cosa es «lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, concreta, abstracta o virtual» (cito el diccionario de la Real Academia Española), los seres humanos somos cosas, mal que nos pese. Por lo tanto, aquel que diga a su compañero de cóctel en una reunión social: «Por favor, introdúzcame a aquel caballero del traje gris marengo» está diciendo «por favor, métame o hágame entrar en aquel caballero del traje gris marengo», lo cual puede interpretarse como manifiesta lascivia y acarrear ruina de reputación, que están las cosas muy de aquella manera y la gente anda encabronada y picajosa en general.

No entiendo por qué no basta con un «por favor, presénteme a aquel caballero del traje gris marengo». Bueno, sí lo entiendo: por el papanatismo anglófilo reinante. ¿Qué hace con anglicismos semejantes nuestra Real Academia Española? Criticarlos y aconsejar que no se usen, pero mostrándose comprensiva cual madre abnegada o padre consentidor. Así, ya pasa con expresiones como «estoy hundido en la miseria», que nos espetamos los unos a los otros cuando nos abandona nuestro amor del alma. Como misery es tristeza o pena en inglés, la RAE ha consignado corriendo el anglicismo en la 5a acepción del vocablo miseria, haciéndola equivalente a tristeza o infortunio. De modo que es correcto, aunque desaconsejable psicológicamente, estar hundido en la miseria. Igual ocurre con rude, que vale por maleducado en la lengua del imperio. Con lo cual, oímos con creciente frecuencia protestar en series y sálvames y supervivientes a primeras citas: «Es usted muy rudo», cuando alguien se muestra maleducado o faltón.

Pero hilen fino, damas y caballeros de la RAE, no sea que el asunto se les vaya de las manos con tanta premura registradora hodierna como lentitud antigua. Porque, por ejemplo, realize significa en inglés darse cuenta, y nada me extrañaría menos que un ciudadano comprensivo aguante la brasa que le propina un pelmazo con unos cuantos expletivos o rellenos conversacionales: «Claro, claro, ya me realizo, ya me realizo», en vez de «ya me doy cuenta». Hilen fino, que embarrassed quiere decir en español avergonzada, no embarazada, no sea que aconsejemos ginecólogos u obstetras a mujeres que tan solo necesitan consuelo por tener el ánimo turbado. Aunque, a lo peor, quieren que hablemos en español así: «Me realizo que estás embarrasado por tu miseria ruda. Te voy a introducir en un psicólogo». Y que sea lo que Dios quiera.

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