Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Sierra

El error de echarle la culpa a los eucaliptos

Nos cuentan quienes saben de incendios y tienen amplia experiencia en su gestión, que Portugal cuenta con excelentes profesionales que estos días están siendo tratados injustamente incluso desde algún medio de comunicación español, que ha decidido «dar lecciones» al país vecino sentenciando que no tiene dotaciones ni infraestructuras suficiente para atajar incendios forestales como el que ha provocado la muerte de más de sesenta personas en Pedrógão Grande. De ahí a pedir directamente la cabeza del responsable político (un portugués) apenas hay un trecho que alguno recorrerá desde una cierta superioridad que molesta, y con razón, a nuestros vecinos. Ciertamente, Portugal vive una situación atípica tras un invierno y una primavera sin apenas temporales del Atlántico que ha resecado la vegetación. Evidentemente, este déficit de lluvia no es un fenómeno nuevo, ni en Portugal, ni en Galicia, ni en Asturias, pero si lo es su recurrencia. Lo avisaron hace años los investigadores del cambio climático. Quien no está acostumbrado a estos fenómenos los sufre con mayor intensidad y eso sirve para toda la Península Ibérica «húmeda». Es muy raro que en Almería, Murcia o Alicante haya restricciones de agua porque hace años que se pusieron los medios para evitarlo. Es más fácil, y así ocurre, que los problemas surjan donde no los esperan, como en Galicia o el País Vasco.

En paralelo, hay quien quiere ver en las imágenes del siniestro una prueba irrefutable de que la culpa de todo lo ocurrido la tienen las «repoblaciones» con eucaliptos. Llevan años diciéndolo aquí en España y ahora, por fin, pueden afirmarlo «con pruebas» tomadas en Portugal. Es cierto que lo que arde en Pedrógão Grande es, mayoritariamente eucalipto. Todos lo hemos visto las imágenes: Son eucaliptos plantados o dejados crecer más bien, sin orden ni control, con unas densidades brutales que arden y propagan las llamas a velocidad de vértigo. Es una plantación que no tiene nada de repoblación y tampoco nada que no puedan hacer nuestros millones de pinos surgidos de la regeneración natural post incendio que llevan desde 1994 esperando una intervención, un clareo, una gestión, que no llega. Lo fácil, claro, es buscar un único culpable , aunque resulta temerario criminalizar a la especie, sobre todo porque si erramos en el análisis de lo sucedido y sus causas estamos contribuyendo a que el fenómeno se repita en otras geografías.

Compartir el artículo

stats