Espero que estas sugerencias permitan identificar lo que, según creemos, es preciso reconocer en esta edad tan avanzada, a saber, que la filosofía forma parte de nuestra cultura europea y universal, que ha sido creada por los seres humanos y que, sin embargo, forma un sistema que en cierto sentido domina a sus cultivadores, que en el mejor de los casos pueden seguir sus ideas, transformarlas, expandirlas, analizarlas, criticarlas... Puede parecer apropiado, entonces, recoger ciertos detalles de naturaleza cotidiana para las personas que esperan seguir estudios de filosofía. Como todos los consejos, estas sugerencias pueden ser aceptadas o rechazadas. Tratándose de filosofía también pueden ser criticadas valorando su pertinencia o impertinencia, y ello siendo conscientes de que no corren buenos tiempos para la filosofía€ Con todo, sé lo mucho que a nuestras autoridades competentes en materia educativa preocupa la omnipresencia de la filosofía y los filósofos en su vida, así como en la vida de los ciudadanos de esta parte de Europa. A ellas van dedicadas también estas sugerencias, por si les ayudan en su labor...

1. No te preocupes demasiado por ser la mejor filósofa o el mejor filósofo en conseguir triunfos intelectuales. No sólo es malo para tu sistema nervioso, sino que muchísimas primeras personas en algún tipo de estudio no fueron realmente primeras. Además, si es un buen triunfo, que muestra que eres capaz de hacer interesantes aportaciones a la filosofía, el profesorado te animará a seguir adelante orientándote de la mejor forma. Nunca olvides que los cultivadores de la filosofía seguimos yendo a hombros de gigantes. El carácter perenne de la filosofía nos obliga a revisitar las preguntas que aquellos gigantes se hicieron en el pasado, pero también las respuestas que avanzaron para poder adaptar unas y otras a nuestros tiempos.

2. Sé consciente de que cuando uno ofrece una respuesta, por ejemplo, bajo la forma de solución a un problema previamente planteado o en la identificación de una idea nueva e importante, otros cultivadores pueden de forma independiente y simultánea, repetir ese logro. Pero no te molestes por ello: así es como funciona en todos los campos del saber.

3. No te preocupes de que tu estudio sea demasiado abstracto o puro, si cae en la parte central de la filosofía. Lo peligroso es confundir lo abstracto con la realidad concreta. Quizás el punto de salvación esté en dejar entrever los lazos entre lo abstracto y lo concreto.

4. Sé siempre consciente de que cuando el camino se torna demasiado difícil en tu estudio, hay probablemente ideas escondidas en las partes colindantes del saber (cultura, ciencia, etcétera), cuya relación con los conceptos con que estás trabajando puede guardar la clave para resolver tus dificultades. Todavía sigue siendo acertada la metáfora cartesiana de que la filosofía es el árbol del conocimiento, a cuya unidad esencial siguen apelando los cultivadores de otros campos del saber, cuando tratan de profundizar en sus propios estudios.

5. Recuerda siempre que puesto que tú estás colaborando, a través de tus aportaciones, con la corriente cultural filosófica, será aconsejable mantener contacto con lo que tus colegas están haciendo y pensando. Esto resulta fácil de hacer con los modernos medios de comunicación. Así seguirás en contacto con otros cultivadores de la filosofía y establecerás una doble dirección que servirá, tanto a ti como a tus colegas, para mantener el interés por lo estáis haciendo y pensando. Además, te familiarizarás no sólo con los problemas más debatidos o que necesitan de una atención priorizada, sino que percibirás cuándo los conceptos han alcanzado un estado en el que están listos para la síntesis.

6. Nunca temas que tu campo filosófico de interés se quede agotado o completo. Si realmente piensas que ello es así, mira a tu alrededor y con toda seguridad encontrarás una forma de fortalecer tus intereses con intereses más generales. Vivimos en una democracia y la acción política es algo cotidiano, apresúrate a analizar con ojo crítico sus presupuestos: la situación del país y de toda Europa lo están pidiendo a gritos. Al fin y al cabo, como apuntaba Aristóteles, «es necesario filosofar si queremos ser buenos ciudadanos y conducir eficazmente nuestra vida». También puedes mirar las nuevas producciones artísticas o los avances científicos y te darás cuenta de que las estructuras de otros campos te sugerirán nuevas estructuras en tu propio campo de interés.

7. Vas a empezar tus estudios desde de un nivel superior al de tus antepasados, sin las trabas que ellos pudieron tener y con medios que sin duda nunca tuvieron. En consecuencia, descubrirás poco a poco que posees facultades que te permitirán tratar conceptos que a veces fueron ininteligibles para quienes comenzaron a sentar las bases.

8. Mantente en diálogo permanente con la tradición filosófica. Pero no te demores en los errores que otros cometieron, es más provechoso centrarte en sus argumentos. Recuerda que Aristóteles —que incurrió en numerosos errores— apuntaba que se tiene por filósofo no al que dice las cosas al azar, sino con argumentos.

9. Si eres una de las personas mayores que acude a nuestras aulas, quizás te sorprendas, como tantas otras antes que tú, de lo que en ellas escuches o veas, de la libertad con que se plantean y analizan problemas, de la forma de invitar a la reflexión, a la crítica y al debate, continuando una tradición que busca la verdad de manera desinteresada y desapasionada, y que hace que la filosofía no sea un arma, pero sí que esté cargada de futuro.

No quisiera acabar sin regalarte unas palabras que fueron escritas en 1912 por un pensador que nuestro Joan Fuster consideraba como un desinfectante. Se trata de Bertrand Russell: «El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida aprisionado en los prejuicios derivados del sentido común, de las creencias habituales de su época o su nación, y de las convicciones que se han desarrollado en su mente sin la cooperación o el consentimiento de su razón deliberada. (...) Las cuestiones filosóficas ensanchan nuestro concepto de lo que es posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y aminoran la seguridad dogmática que cierra la mente contra la especulación; pero, sobre todo, porque, a través de la grandeza del universo que la filosofía contempla, también la mente se engrandece y se hace capaz de esa unión con el universo que constituye su bien más excelso».