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Octava del Corpus en el patriarca

Cincuenta años gobernó la Diócesis de Valencia el arzobispo Juan de Ribera, el prelado que más tiempo ha estado al frente de ella. Le dio tiempo para ser -Virrey, Capitán General,?- y hacer muchas cosas, entre ellas el Real Colegio Seminario de Corpus Christi y su Iglesia, que es el monumento levantado en Valencia en homenaje a Jesús Sacramentado. Cárcel Ortí atribuye al Patriarca Ribera el hecho de que la tradición eucarística valenciana recibiera su mayor impulso durante su gobierno episcopal. Su pastoral la basó en promocionar la devoción a Cristos y a la Eucaristía. Imágenes de Cristos regalaba por doquier. Se empeñó en la tarea de sustituir la fe en Mahoma de los valencianos de religión islámica por la fe en Jesús Crucificado. Para mejor ayudarse en este empeño mandó imprimir en 1571, a los dos años de su toma de posesión, en Lengua Valenciana la Cartilla y breu instruccio de la doctrina christiana, un catecismo para aquellos, la inmensa mayoría, que hablaban valenciano y no castellano, según el bibliófilo Serrano Morales.

En la ciudad se hizo con unos solares del barrio de la judería y en 1586 comenzó a construir el precioso edificio popularmente conocido por El Patriarca, todo el cual gira en derredor de su claustro italianizante con impresionantes columnas de mármol de Génova, «el más hermoso patio del Renacimiento en España», en palabras de Fernando Benito, en cuyo centro hay una escultura de Juan de Ribera hecha por Mariano Benlliure. En algunos aspectos el conjunto remite a El Escorial.

Gaspar de Aguilar diría del lugar: «Este Jardín Señor es un traslado/ del divino Jardín del Sacramento,/ do con la fe a mis ojos represento/ tu gran pureza, en el jazmín nevado». Asunción Alejos, la que más sabe en Valencia de arte eucarístico, dice que tres han sido siempre los oficios religiosos que destacaron en el Real Colegio: Semana Santa, la Octava de Corpus y los Jueves Eucarísticos, «ma hay que notar su desconocimiento por parte de muchos valencianos que ignoran totalmente su existencia».

Cierto, los de esta extraordinaria casa viven enclaustrados en su Trento fundacional. Sus solemnes Misas en gregoriano, su coro, sus funciones litúrgicas, la propia procesión de la Octava de Corpus, cuentan con poca asistencia de público. Pareciera que no hubiera el debido interés, diligencia o eficacia en promocionar los ricos valores que el conjunto religioso-histórico-cultural encierra. En la tradición de la Iglesia católica de rito latino está el celebrar las Octavas, el día octavo después de la gran solemnidad litúrgica. Juan de Ribera quiso que el Corpus de Valencia tuviera su Octava en el Real Colegio, en la que llama la atención por su estética la procesión claustral en la que sólo van los miembros de la institución con cirios encendidos.

La procesión cada seis pasos se detiene, momento en que dos colegiales inciensan y otros cuatro echan pétalos de flores al paso del Señor en la Custodia. El erudito Rector Vicente Vilar Hueso explicaba que este proceder «es necesariamente lento, pero ayuda a entender su sentido simbólico: cuando David, el piadoso rey de Israel, trasladó el Arca de la Alianza, figura de la real y verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía, ofrecía al Dios de Israel un sacrificio cada seis pasos entre los cantos y algazara de los asistentes: todo Israel».

La procesión de la Octava de Corpus del Patriarca comenzó a recuperar público cuando hace unos años Rodrigo Madrid y Victoria Liceras con otros rescataron la Danza de los Seises, bailada por infantillos, que trajo desde Sevilla Juan de Ribera. Poco duró la resurrección del baile de los niños delante de la Custodia. Lo han vuelto a suprimir los clérigos con el mismo argumento de la ocasión anterior: resta devoción a la celebración. Por dicho argumento habría que suprimir toda la parafernalia de la solemnial e general processó de Corpus de Valencia. En este caso concreto, pareciera que lo que se pretende es que sólo los clérigos con sus paramentos y ritos, con sus inciensos y pétalos, sean los únicos intervinientes en la procesión.

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