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El silencio de Bárcenas

Luis Bárcenas ha decidido no declarar ante la comisión parlamentaria del Congreso. El silencio del extesorero del PP suena a música celestial extremadamente armoniosa dentro del partido, que ha encontrado en él las razones para sentirse aliviado. Lo contrario habría supuesto un serio compromiso para Rajoy y situado de nuevo el objetivo de la opinión pública en la financiación irregular de los populares.

A su vez Bárcenas ve un camino algo más despejado tras las los testimonios de los principales responsables del PP en la época que se fraguó el escándalo que, con la excepción de Aznar, que no fue citado como testigo, intentaron exculparle descargando la responsabilidad en Álvaro Lapuerta. Efectivamente Lapuerta desempeñaba entonces el cargo de tesorero pero Bárcenas era el gerente, resulta complicado no ver una conexión entre las funciones de ambos.

La situación ahora es muy curiosa y facilita extraer una conclusión. Bárcenas agradece el trato recibido por Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja, Javier Arenas, Francisco Álvarez Cascos y Ángel Acebes, contra los que en mayor o menor medida se encargó de despotricar hace un tiempo cuando las acusaciones se dirigieron contra él. Sospechar que la estrategia ha cambiado no es por tanto un disparate, por mucho que el ministro de Justicia se muestre ofendido al percibir que existe en torno a este asunto una coincidencia generalizada sobre un posible pacto basado en los códigos de honor del silencio que practicaban algunas viejas familias. Pensar algo distinto sería colocar al conjunto de los españoles en el limbo de la más absoluta ingenuidad.

La música que se desprende de este silencio elocuente de Bárcenas, aunque le convenga y pueda justificarlo al estar incurso en un procedimiento judicial, suena a rigodón y puede que acabe convirtiéndose en un minué. Mientras, el baile prosigue.

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