Los valencianos votaron cambio tras dos décadas de gobiernos del PP. Lo que no sabían es que el nuevo Consell lo cambiaría todo para que todo siguiera igual. Y ahora que se cumple el ecuador de la legislatura, toca hacer balance. Sobre el papel, muchos anuncios rimbombantes, infinidad de promesas y numerosas buenas intenciones; pero en la práctica, demasiados incumplimientos, ausencia absoluta de gestión y una importante frustración en los valencianos. Según la encuesta publicada por la propia Generalitat, el 41 % de los valencianos piensa que la imagen de la Comunitat Valenciana es igual que hace un año, el 26,9 % cree que ha empeorado y únicamente un 27,7 % considera que ha mejorado. Es decir, solo tres de cada diez valencianos creen que hemos avanzado.

Además, uno de cada cuatro afirma haberse encontrado en situación de necesidad por falta de recursos económicos y un 9,6 % haber sufrido falta de alimentos. Pero lejos de centrar sus esfuerzos en solucionar estos problemas reales, el Consell está más ocupado en defenderse del fuego amigo que le amenaza constantemente. El contrato que PSPV, Compromís y Podemos firmaron en el Jardín Botánico de Valencia no supone en la práctica más que un reparto de sillones para mantenerse en el poder. El gobierno del cambio para que nada cambie: la falta de transparencia, la creación de chiringuitos políticos, la colocación de amigos y familiares en la Administración Pública, la licitación de barracones escolares, los incrementos de las listas de espera sanitarias y el aumento del gasto superfluo son algunos ejemplos de la gestión de este Ejecutivo.

La última prueba de esta incoherencia del Consell es su negativa a apoyar la iniciativa de Ciudadanos para eliminar los aforamientos. Bajo el paraguas de «no es el momento», rechazan el debate. ¿Cuándo será el momento idóneo para acabar con los privilegios de los políticos? En Ciudadanos creemos que es ahora. Carece de sentido mantener esta figura jurídica que ha sido utilizada por numerosos políticos como estrategia para dilatar procesos judiciales y evitar así ser juzgados por sus corruptelas. La ecuación es simple: si queremos combatir la corrupción, tenemos que eliminar los aforamientos. Según la encuesta que he citado antes, el 72 % de los valencianos considera que los políticos estamos en política solo por lo que podamos sacar de ello personalmente. Presidente Puig, no podemos resignarnos a que todo siga igual. Menos palabrería y más acción, demuestre que apuesta por la regeneración.