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José Sierra

Y entonces llegó el viento de poniente

El viento de poniente es siempre el «malo» en esta película de incendios forestales que se repite un verano tras otro. Obviamente hay muchos «malos», muchas causas, unas perfectamente identificadas y visibles; otras no tanto. Como siempre, se tiende a simplificar, aunque las condiciones meteorológicas son, nadie lo discute, un factor decisivo en la dinámica y evolución de los incendios forestales. En el siniestro de Gátova, el viento no hizo lo que los servicios de extinción esperaban, casi mejor «deseaban», y paso en unos minutos de estar cerca de ser contenido, a desbordarse de nuevo, incrementando significativamente en unas pocas horas el número de hectáreas quemadas. Había vuelto el poniente.

La mayoría de los grandes incendios sufridos por la Comunitat Valenciana tienen al viento de poniente como protagonista . Bajo su influencia se producen situaciones de extrema sequedad, altas temperaturas y fuertes vientos, con rachas que disparan el riesgo de incendios. Es una verdad asumida, aunque un estudio realizado en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo por un equipo que dirigió María José Estrella Navarro, publicado en 2005, parece atribuir una situación sinóptica que denominan «ciclo combinado» - ciclo diurno de brisa con acoplamiento de la brisa terral con el viento del oeste durante la noche- como «la más peligrosa» para la propagación de incendios.

Tras analizar las situaciones sinópticas vigentes en los meses de junio, julio, agosto y septiembre, y la frecuencia y tamaño de los incendios durante el periodo 1968-2000, el estudio concluye destacando la elevada correlación (casi el 69 %) entre número de incendios y brisas, seguidas de lejos por el «ciclo combinado» con el 16 % y los ponientes (oestes) con el 14 %. Si se correlaciona la superficie quemada con la situación sinóptica vigente, la brisa es la que más contribuye a la superficie quemada, seguida muy de lejos por ponientes, casi empatados con «ciclos combinados». Sin embargo, es en las situaciones de «ciclo combinado» cuando la mayor parte del territorio forestal (57 %) queda expuesta a valores de viento muy elevados que determinan la aparición de un riesgo extremo, seguidas por el poniente (24 %) o brisas (19 %). Los autores consideran que el uso de estas técnicas de combinación de cartografía de viento en alta resolución con modelos de combustible «presenta un gran potencial para su aplicación en tiempo real a la extinción de incendios forestales».

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