En pleno ferragosto, estaba yo tomándome unas tellinas y una cerveza en un abrevadero de la playa cuando leí, en este periódico, un destacado de una entrevista a Mª Carmen Contelles, portavoz del PP en la Diputación, que decía: «la corrupción nos llevó a la oposición a muchos del PP sin merecerlo». Yo, o sea, uno mismo, mientras me observaba las yemas de los dedos arrugadas por el caldo de las tellinas y decidía si pedirme un vino blanco, ya decidido dije hacia fuera: «Camarero, un blanco Bahía de Dènia, por favor», y me dije hacia dentro: «¡Cómo que sin merecerlo!» Por el lastre que suelta no cabe duda de que Contelles será una figura emergente en su partido. En una democracia de partidos el PP se merecía pasar a la oposición aquí y en todas partes, incluido el extranjero, de la misma manera que un equipo merece perder si su portero la caga o su defensa la pifia o su delantero no la mete. Pero no: Mª Carmen se presenta como una víctima injusta de la corrupción del partido en el habita.

Todo esto que les cuento y que ya tenía olvidado, porque los efectos olvidadizos del Bahía de Dènia son milagrosos, he vuelto a recordarlo, quince días después, gracias a la presencia de la víctima Mariano Rajoy en el pleno monográfico sobre el caso Gürtel en el Parlamento. También Rajoy, como otra Mª Carmen, no cree merecer la inquina de los inquisidores encelados de la oposición, también llamada «suma de minorías» por el testaferro de la minoría mayoritaria. No sabe nada, nunca supo nada y no piensa enterarse; él no tiene nada que ver, ya ha dicho 52 veces que nada sabe y no piensa asumir ninguna responsabilidad política (¿eso qué es?). Ya van 10 años y se irá a la tumba muerto de la risa: tiene otras cosas de las que ocuparse.

Los atentados terroristas en Barcelona y Cambrils están provocando un debate, quizá necesario, pero miserable. A mí no me gustó nada el ´No tinc por´, entre otras cosas, porque poco importa que tengas o no tengas miedo, lo que importa es lo que hagas a continuación, venciendo el miedo que te atenaza o empujado por el valor que te impulsa. Los sentimientos no se niegan, se gestionan. A las trifulcas del presente me remito.

´El imán de Ripol´. La cosa es absolutamente secundaria, pero significativa. ¿Por qué los periodistas (muchos) no se esfuerzan en pronunciar las palabras correctamente? ¿Qué impedimento fonético o frenillo lingüístico les impide decir ´Ripoll´, ´Sabadell´ o ´conill´? ¿Pueden decir ´botella´, ´pollo´ o ´gilipollas´? Pues la cosa consiste en pararse, cuando tenga la lengua en el paladar, antes de soltar la "a", la "o" o el "as"? La cosa queda: "botell", "poll" y "gilipoll". Easy, easy.