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Un 'fantasma' en un escupitajo

Un escupitajo era hasta ahora un asunto bastante deleznable que se solía utilizar para mostrar desprecio o, en el peor de los casos, una trabada y peluda hombría. Ahora, en cambio, el salivazo recupera bastante prestigio gracias al estudio de un equipo encabezado por Duo Xu, del departamento de ciencias biológicas de la Universidad de Buffalo (EE UU). Lo que dice su investigación es que un escupitajo puede esconder todos los secretos de la evolución humana y también la pista para constatar la existencia de un tipo de homínidos arcaicos nunca antes caracterizados en África, una especie "fantasma" con la que la los africanos subsaharianos actuales se habrían cruzado hace más de 150.000 años.

El diario "The Guardian" se hace eco de un trabajo científico publicado por "Oxford Academic" sobre una proteína presente en nuestra saliva, la MUC7. En el gen que codifica esa proteína hay una serie de secuencias repetidas de ADN y la variación en el número de repeticiones podría estar relacionada con la variación de los microorganismos orales. Es decir, la proteína cambiaría según los microbios que habría en la boca. Sobre esta tesis, fueron recogiendo muestras de saliva de distintos lugares del mundo y agrupándolas según sus distintos linajes genéticos, en "halogrupos". Así, hicieron ocho distintos. Encontraron un halogrupo, el denominado "E", que se correspondía con humanos del África subsahariana y que era extremadamente divergente del resto de halogrupos. Los investigadores pusieron en marcha el reloj molecular -apoyándose en la tasa regular de mutación del gen- y calcularon que la última vez que este halogrupo compartía un antepasado común con el resto de linajes fue entre 1,5 y 2 millones de años, muy anterior a la separación entre las poblaciones de Homo Sapiens y Neanderthal. Los investigadores llegaron a la conclusión de que esos genes procederían de una población arcaica de homínido que nunca antes se había caracterizado. La ciencia cambia la percepción de las cosas. Acaban de leer lo que contiene un miserable escupitajo.

Y ahora lean y pásmense con lo que se deriva de un estudio de la Universidad de Swansea (Reino Unido), difundido por la BBC: los perros inventaron la democracia. Eso que leen. Los científicos estudiaron los perros salvajes africanos de Botswana, en peligro de extinción, y encontraron que estos perros producen una especie de estornudos cuya función real no es despejar las vías respiratorias. Es votar. Los estornudos se producen antes de que el grupo empiece a moverse para ir a cazar y actúan como una especie de quorum, como la expresión de que la mayoría está de acuerdo. No obstante, la democracia perruna no es perfecta pues los científicos también descubrieron que si el macho o la hembra dominantes estaban involucrados en esta salida se producían pocos estornudos. Si no lo estaban, para que el grupo se moviera hacían falta aproximadamente unos diez estornudos. Con los humanos ocurre lo mismo, cuando hay por la zona un macho, o una hembra, alfa la gente es que ni se atreve a estornudar.

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