La situación en relación a la seguridad parece que se haya complicado por los últimos sangrientos acontecimientos pero en realidad por unas o por otras razones siempre ha sido una prioridad de los Estados. Además hoy, con la masiva y reiterada información de actos terroristas y escenas terribles por todos los medios, la inseguridad subjetiva sube hasta extremos paranoicos que pueden ser aprovechados por la extrema derecha o gobernantes que pretenden reducir la libertad ciudadana buscando enemigos en las diferencias culturales, religiosas, sentimentales, territoriales... llegando a olvidar que un niño europeo es querido por sus padres de igual forma que un niño palestino y el sufrimiento por su muerte es similar. En nuestro caso corremos el riesgo de que los políticos de todos los colores caigan permanentemente en el uso de la desgracia ajena para buscar a corto rentabilidad política, sin levantar la cabeza y mirar más allá.

Dicho esto, aquí y ahora, si somos capaces de salir de la dinámica estrecha centralista o independentista irracional e imaginamos un Estado más cerca de un modelo federal, quizás las piezas encajen y la coordinación en la lucha contra la delincuencia pueda mejorarse, incluido el terrorismo, tanto de las policías españolas (Guardia Civil, Policía Nacional, Ertzaintza, Mossos d´Esquadra, Policía Foral, Vigilancia Aduanera, policías adscritas y policías locales) como del resto de policías europeas y del resto del mundo.

¿Sería un disparate que cada comunidad autónoma tuviera su policía? Tal como estamos hoy, más vale no tocar nada, sería una fuente de conflictos, gastos, descoordinación, etcétera. Pero hemos dicho que la reflexión va por la suposición de un Estado más cerca de un modelo federal y por tanto, por ejemplo, donde hubiese policía autónoma (suponiendo que esta está desplegada en todas las regiones y nacionalidades españolas), no debería haber ni Guardia Civil ni Policía Nacional. Por otro lado, el Estado debería contar con una policía tipo federal-central y un mando unificado sobre todas las policías autonómicas, que coordine actuaciones de ámbito estatal, tanto operativas como de inteligencia y las relaciones con la Interpol y resto de policías extranjeras. Este esquema no excluiría totalmente algún conflicto competencial pero los haría más improbables. La clave está en la distribución de competencias en el nivel local (las policías locales deberían incrementar las suyas por ejemplo), autonómico, estatal e internacional. Si se consigue una clarificación encontraremos una mejor y más eficaz estructura.

La estructura policial española es probablemente la más compleja y confusa de la Unión Europea, producto de una estructura política confusa e inconclusa plagada de asimetrías de todo tipo incluyendo problemas competenciales y de financiación de los distintos territorios (ni centralista ni federal, sino todo lo contrario). O sea, que el Estado de las autonomías debería sufrir una revisión profunda y consensuada para clarificar precisamente el modelo de Estado que sea aceptado mayoritariamente y que no afectara solo a la seguridad, sino a otras muchas cosas, lo que significa una revisión de la Constitución, a la que estamos abocados, ni más ni menos.