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Parábola del euro fuerte

Los efectos y las causas de la revalorización de la moneda

El euro cotizaba ayer a 1,20 dólares, tanto como un 16% más que a principios de año, y ese comportamiento de la moneda tiene repercusiones que por ejemplo inquietan puertas adentro del Banco Central Europeo (BCE). Para comprender las ventajas y desventajas de un euro fuerte imaginemos a un individuo que sale de vacaciones con destino a EE UU. Camino del aeropuerto con su coche, reposta gasolina y allí obtiene la primera ventaja de la fortaleza del euro: el litro del carburante ha bajado cuatro céntimos, porque las importaciones de petróleo y sus derivados se pagan en dólares. Según llega a su destino estadounidense, comprueba también que en la oficina de cambio de moneda por 500 euros le corresponden 600 dólares, cuando a un primo suyo que viajó a finales de 2016 le dieron 520.

Todo resulta más barato que entonces para el viajero, que en el supermercado busca por curiosidad el estante donde su pariente había visto a la venta la cerveza española de la empresa para la que trabajaba. No la encuentra porque el euro fuerte encareció las importaciones para el dueño de la cadena comercial. Éste se puso duro con el cervecero: "O bajas el precio o busco otro suministrador". El exportador no podía asumir con cargo a sus ganancias el 16% de la revalorización del euro, así que tenía dos opciones: dejar de vender o reducir sus costes recortándole el sueldo al primo del viajero. Finalmente, optó por lo primero: dejó de exportar a EE UU, ajustó su producción y despidió al primo.

Esta especie de parábola puede tener más versiones. Piénsese, por ejemplo, en aquella en la que el viajero es un turista británico o estadounidense que quiere pasar sus vacaciones en España y se encuentra con que los precios han subido por el euro fuerte. Ambas historias informan de los efectos de signo opuesto que tienen las variaciones en el tipo de cambio de la moneda, que por otra parte se deciden en un estrato del sistema capitalista (los mercados financieros) desde el que el viajero, su primo, el supermercado y la empresa cervecera (salvo que sea de gran dimensión) no se ven ni al microscopio.

El BCE sí parece preocupado. Su política monetaria expansiva estaba pensada para inducir -no como objetivo central, pero sí colateral- una devaluación frente al dólar que favoreciera las exportaciones de los países fuera de la zona euro y que a la vez atemperase las importaciones, impulsando las producciones domésticas y la inflación en dirección a la tasa que se considera saludable (2%). Mario Draghi ha dicho que el BCE estará "vigilante" ante un movimiento del tipo de cambio con causas endógenas (la mejora de la economía europea) y exógenas (la aparente decepción del mercado con las promesas económicas de Trump en EE UU). Aunque tiene cosas buenas y malas, cabe intuir que para Draghi el euro fuerte es en este momento, de recuperación, pero aún de incertidumbres en Europa, más un contratiempo que una buena noticia. Como para el cervecero de la parábola.

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