Es probable que el viento de poniente suba hoy los termómetros por encima de los 30 grados en el golfo de Valencia y otras zonas del Mediterráneo, pero esta situación momentánea no va a enmascarar un mes de septiembre que tiene toda la pinta de apostar más por el otoño que por una prolongación del verano. Este fin de semana, de hecho, la nieve ha hecho su primera visita a zonas de los Pirineos situadas a sólo 1.700 metros de altitud y el viento del norte marcó ayer un día realmente frío en muchos lugares del interior. En los próximos días volverán a subir las temperaturas, pero también será transitorio, porque lo que se ve en los mapas es alternancia de situaciones atmosféricas y sucesión de periodos de calorcito moderado (el que corresponde a esta época del año) con descensos térmicos notables. Esto ya sucedió en julio y agosto, cuando asistimos a contrastes térmicos extraordinarios que nos llevaron de intensas olas de calor a jornadas con temperaturas muy por debajo de lo normal, y parece que septiembre quiere seguir en una línea de contrastes parecida, aunque por ahora sin olas de calor. El problema es que, a poco más de una semana del equinoccio, con el día menguando y la noche creciendo, el viento, las nubes y la lluvia nos recuerdan que el otoño se nos echa encima. Mucha gente nota estos cambios más de la cuenta y empeora su estado de ánimo. Es el síndrome o astenia otoñal. Aquí la clave no es el fin de las vacaciones y la vuelta a la rutina, sino la adaptación de nuestro organismo a los cambios de tiempo y, sobre todo, a la pérdida de horas de luz.