«Castilla no es aquella tan generosa un día/

cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía/

ufano de su nueva fortuna y su opulencia/

a regalar a Alfonso los huertos de València». Antonio Machado (Soria, 1910).

Sí, ministro. Vamos a creernos todo lo que sus antecesores prometieron y no cumplieron. Llevamos, al menos, 35 años de engaños y falsas promesas. El retraso que llevan acumulado las infraestructuras en la Comunitat Valenciana. Venir a la periferia no tiene nada que ver con visitar los barrios de Santander, donde fue alcalde el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna. Si la intención es rebajar la tensión, la misión es sencilla. Los valencianos llevamos desde la posguerra y la dictadura franquista dejándonos engañar. Alguien tendrá que saldar la deuda. El problema no son unas vías, dos carreteras y un túnel. Le han engañado quienes le han enviado al «barrio» valenciano para hacer méritos y romperse el pecho. Aquí, cada vez más, estamos por la dignidad, el respeto y la justicia. Una causa difícil de distraer y enmascarar.

«El riu se n´ix». Para los valencianos octubre es determinante. La fuerza de los elementos tiende a manifestarse. Tiempo de lluvias torrenciales y desbordamientos. «Mare, el riu se n´ix». La riada de hace sesenta años que en 1957 arrasó València y la dignidad de sus habitantes. Época de celebraciones solemnes, menos ingratas que las de abril. El 25 de abril se recuerdan derrotas y en otoño conquistas. La entrada solemne en la ciudad de Jaume I el Conqueridor, monarca del reino confederado de Aragón. Natural de Montpellier. En el campo estremecen los estragos de las gotas frías cuando se cosecha el arroz y se inician la vendimia y la campaña naranjera.

Reincidir. Octubre 2017 pasará a la historia como mes señalado en la memoria de los valencianos. Coincidirá con el duelo entre la intransigencia del Estado español y la obstinación en la parte catalana de la España que conocemos. No sabemos cómo pero todo va a cambiar. Elecciones en Catalunya, seguro y elecciones generales probables. Lo que podía ocurrir está pasando y es fruto del proceso que va desde mediados del siglo XIX al primer cuarto del XXI. Se han superado dos dictaduras y dos repúblicas, guerras carlistas y la incivil de 1936 al 39, varios golpes de Estado—el último el 23 de febrero de 1981--, revoluciones, sublevaciones, atentados, terrorismo, la crisis bancaria que nos costará, además de sobresaltos, el derrumbe de un sistema financiero de pacotilla y 40.000 millones de euros que habíamos de recuperar. Otra mentira. En nuestro entorno se han librado dos guerras mundiales, el fin de la guerra fría y la caída del muro de Berlín. Hemos pasado de abominar del Mercado Común Europeo —a Vicent Ventura lo encarcelaron y confinaron en 1962 por ser partidario- a ser devotos de la Unión Europea. ¡Mala memoria tienen Mariano Rajoy y sus correliginarios, entusiastas de la «modélica» transición con tics franquistas!

Promesas. Estamos en el centenario de la Revolución bolchevique de Octubre del 17, que cambió el mundo. Nos disponemos a abordar la crisis independentista de Catalunya que no finalizará después del 1 de octubre, fecha fijada para el referéndum. Seguiremos hablando de sus consecuencias cuando el 3 de octubre se produzca el encuentro político- empresarial en Madrid para reivindicar el Corredor Mediterráneo. El trazado ferroviario que ya debería estar funcionando cuarenta años. Tanto tiempo ha transcurrido con esta omisión que los valencianos nos hemos acostumbrado a vivir a más de tres horas de Barcelona por tren. ¡Qué difícil es llegar a la frontera con el resto de Europa por Catalunya! Nuestros dirigentes irán a Madrid donde les estará esperando de la Serna, el ministro resultón de Fomento, que tiene la orden de neutralizar a las fuerzas vivas valencianas. Se producirán alocuciones, trufadas de promesas gubernamentales de que todo se hará rápido y sin restricciones. Promesas, promesas y siempre promesas.

El octubre de los valencianos terminará el 28 con una magna movilización en València impulsada por los sindicatos CC.OO. y UGT con el beneplácito de la Generalitat Valenciana de Ximo Puig, para reclamar la financiación justa que debe el Estado al pueblo valenciano y que le niega de facto. El gobierno es solidario y responsable del atropello a los valencianos. Asistirá la Intersindical. Algunos empresarios dicen que no secundarán la convocatoria si no hay unidad política para respaldarla, cuando saben que ni PP ni Ciudadanos tienen permiso para apoyarla. ¡Con lo sencillo que es decir: no vamos! Al día siguiente, el 29, se despedirá el mes con el «darrer diumenge d´octubre», la fiesta alternativa de los «almogàvers», con l´aplec d´El Puig» de donde partió Jaume I en 1237, después de dar una patada, él o su caballo, para marcar el terreno y apoderarse de València. Siempre la misma historia.