Echaba de menos algunas actividades que se programan en el Centre Cultural La Nau. En su temporada, hay muchos debates, conferencias y presentaciones interesantes y con mucha frecuencia el público completa el aforo. El jueves pasado, por ejemplo, algunos tuvieron que escuchar sentados en el suelola conferencia de Rosa Cobos sobre Prostitución y capitalismo global, una charla sobre la prostitución desde la teoría crítica centrada en el análisis de las instituciones de la prostitución y desde la óptica de lo que Rosa Cobos llama «abolicionismo normativo». No hubo a la salida ningún grupo de puteros, proxenetas, tratantes o empresarios del sexo gritando improperios.

De tenerlas (mi ignorancia es muy estupenda), yo le preguntaría a Einstein algunas dudas sobre el relativismo y la física no sé si cuántica, pero no le pediría, por ser irrelevante su opinión sobre Belén Esteban; ni le pediría a Emilio Lledó un comentario sobre las bondades nutritivas del pà sucat amb tomaca. Digo esto porque no deja de sorprenderme el extremado y deseado interés que algunos pusieron en extraerle a Donald Trump algo sobre Catalunya y lo bonita que es España. El argumento de autoridad siempre es un argumento débil; en ocasiones ni siquiera es un argumento de autoridad y en otras ni un argumento.

Que vamos algo estreñidos y que tenemos un buen atasco es algo que se escucha por todas partes, incluyendo esquinas: nada avanza como quisiéramos y lo malo no desaparece mientras que lo bueno no termina de nacer. Atasco. El ejemplo material para esa realidad simbólica lo tenemos en esos cientos de toneladas de toallitas que han taponado un kilómetro del colector norte de la ciudad con la contundencia de una grave obstrucción intestinal y que reclama cirugía mayor: ya no le valen ni el laxen busto ni el micralax. Tampoco es menor la paradoja de que la práctica de ciertos hábitos higiénicos y la comodidad de lanzarlo todo al inodoro se haya transformado en una mierda descomunal muy incómoda de excretar: una excrecencia plúmbea, que diría Platón. Así pues, la limpieza privada produce suciedad pública, igual que la libertad de conducir produce polución y embotellamientos, y la razón monstruos. (Por cierto: suscribo de pe a pa todo lo que escribió aquí Emili Piera (¡hola, Emili!) sobre las toallitas higiénicas como símbolo de todo lo que queremos y no queremos a la vez). Ahora, si me dejan abusar de su paciencia y por hastiarles con la cuestión catalana, es decir, ese atasco en el que nos encontramos, y del que hoy lunes desconocemos el ayer, me gustaría destacar un par de toallitas. Así, por ejemplo, hay majaderos que despiden a la Guardia Civil, camino del problema, al grito de «a por ellos, oé, oé, oé», y otros, con una nimiedad escandalosa, dicen estupideces aquí, como que el nombramiento de Empar Marco en À punt «es el caballo de Troya del independentismo catalán». Y se quedan tan higiénicos, obstruyendo el colector.