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Contra la "econocracia"

"Econocracia" es como califica un grupo de estudiantes críticos de las ciencias económicas un sistema en el que se dejan las decisiones de ese tipo a las elites y los expertos, sustrayéndolas totalmente al debate público.

En ese sistema, las decisiones políticas se redefinen como cuestiones exclusivamente técnicas mientras que cada vez más áreas de la vida social y política aparecen "colonizadas" por la lógica y la jerga económicas.

Las facultades de economía tienen que ver mucho con ese enfoque exclusivamente tecnocrático pues en ellas se ha ido recortando el currículo académico con olvido de otras disciplinas que pudieran enriquecer la visión del mundo del estudiante y futuro economista.

De ahí que ese grupo de estudiantes críticos abogue en un libro dirigido sobre todo a los universitarios (1) por la vuelta a un tipo de enseñanza multidisciplinar que incluya materias hoy en parte descuidadas como son la filosofía, la ética, las ciencias sociales o la historia económica.

Los estudiantes, que han creado una red crítica llamada en inglés "Rethinking economics" critican el que la formación actual descuide "la educación liberal" y parezca sólo preocuparse de "adoctrinar" al alumno con el único objetivo de facilitarle el acceso a una bien remunerada carrera profesional.

Se olvida así lo que escribió en el siglo XIX el filósofo, político y economista de origen escocés John Stuart Mill en el sentido de que el fin último de las universidades no debía ser "formar a expertos" en determinadas disciplinas sino "seres humanos capaces y cultos".

Los economistas, que tanto critican los monopolios, no parecen poner, sin embargo, reparos, denuncian los autores del libro que reseñamos, al monopolio que significa el dominio casi absoluto en el mundo académico de la llamada economía neoclásica.

Y, sin embargo, argumentan ésos, los economistas neoclásicos que dominan ese mundo no fueron capaces de prever, por ejemplo, la crisis de 2008 y sus modelos se mostraron inadecuados para entender su posterior evolución.

Obsesionados por los análisis matemáticos, olvidan además muchas veces los neoclásicos sistemas complejos difícilmente cuantificables como el medio ambiente o llegar a cálculos perversos como la de que las vidas de la gente de los países pobres puedan valer menos que la de los ricos.

Cuestiones tan actuales como la creciente desigualdad, señalan los autores, ayudan a entender por qué la enseñanza de la economía podría beneficiarse de un mayor anclaje en el análisis institucional, social o político, hoy por desgracia tan descuidados en ese mundo académico.

La economía es demasiado importante para dejarla exclusivamente en manos de los expertos. El escepticismo está en ese sentido más que justificado y hay que someter las decisiones económicas al escrutinio de unos ciudadanos bien informados, argumentan.

Éstos no deben resignarse al papel de "víctimas" de decisiones que toman expertos que creen ser los únicos facultados para ello en ausencia de todo debate democrático.

De ahí que los autores hablen de la importancia de que surjan "ciudadanos economistas": personas que tienen los conocimientos básicos, la confianza y el interés necesarios para "comprometerse críticamente en el debate económico, la política y los medios" en sus respectivas comunidades.

El tipo de sociedad que proponen no será ya una sociedad de "pensamiento único", sino una en la que los ciudadanos puedan proponer, debatir y analizar distintas alternativas para luego decidir individual y colectivamente qué camino tomar.

(1) "The econocracy". On the perils of leaving economics to the experts. Joe Earle. Cahal Moran y Zach Ward-Perkins. Ed. Penguin Random 2017

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