El hoy estás y mañana no pasa todos los días en el oficio de ponerse delante de las cámaras para comunicar. Le ha pasado a Nuria Roca, su despido por burofax ha sido imprevisto, sonado y me suena a injusto efecto colateral del procés. Se va de la tele catalana por la puerta de atrás, la misma puerta, caprichosa y parcial del directivo que toque, con la que Oriol Nolis abandonó el informativo de Madrid para volver a nuestra tierra vecina. Me alegré de verlo el pasado domingo, cuando se asomó por la pantalla nacional otra vez. Ocurrió en la retransmisión de la manifestación celebrada en Barcelona por la unidad de España y ahí seguía, igual de profesional que cuando desapareció a finales de 2014. Sucedió gracias a la decisión del recién incorporado Álvarez Gundín, como director de los informativos públicos en la segunda legislatura de Rajoy. Lo suyo fue un quítate tú para ponerme yo, el yo era Pedro Carreño y desde entonces, a penas ha habido semana en la que el Telediario fin de semana no se viese envuelto en polémicas varias, casi siempre relacionadas con la manipulación.
Oriol lo hacía bien, resuelto y agradable en la pantalla, porque en la tele tiene eso que es cierto, la cámara te quiere o no... Eso no le pasa al sucesor. Carreño, parece que quiere más a la cámara y que el objetivo no se lleva muy bien con él. Se llama telegenia, pero no sólo de ella vive el presentador de un noticiario, además hay que saber leer el 'prompter' con naturalidad y transmitir. Pasan los fines de semana y continúo sin verlo.
No lo eché de menos el sábado en plena tensión informativa, cuando despareció para hacer el pregón de las fiestas de Consuegra, no podía llamarse de otra forma. Volvió al día siguiente, también volvió el equipo que se desplazó a propósito al municipio toledano que estos días celebra la fiesta del Azafrán. Hizo así uso de lo de todos para lucimiento personal. Alguien le tenía que decir que eso no está bien y el comité de redacción se lo ha recordado, aunque no se porqué, visto el historial, me da la sensación que a Carreño le da todo igual...
