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La alegre venganza

En estas fechas tan señaladas, quiero aprovechar las siguientes líneas para dirigirme a ti, estimado lector que te has alegrado sobremanera con el envío a prisión de Oriol Junqueras y siete exconsellers. En serio, ¿qué pasa contigo? «¡Ya era hora! ¡Que los encierren a todos!», exclamaste henchido de satisfacción al ver la noticia en el telediario. Llevabas semanas reclamando mano dura frente a los separatistas y jaleando los desmanes destructivos de la ultraderecha. No has perdido ocasión de fomentar el odio y la violencia. Y por fin todo ese esfuerzo empieza a dar frutos. Siempre sienta bien que tus deseos se cumplan. Ahí lo tienes, gózalo.

Espero que entiendas que no comparta tu alegría. Llámame floja, pero me espeluzna bastante ese entusiasmo por transformar las instituciones españolas en una máquina de venganza y matonismo. Veo tu empeño por convertirnos en una copia descafeinada de Turquía y tengo que esforzarme muy fuertemente para no caer en las garras de la hiperventilación. La represión me produce ansiedad, qué quieres que te diga. Tampoco es que me haga especial ilusión tu forma de frivolizar con la privación de libertad y la estancia en el trullo. «Si ahí viven mejor que en un hotel», dirás. Je je, je. Tanta empatía hacia tus congéneres no, que me enamoro.

Quizás creas que a base de jarabe de palo una parte de la sociedad catalana dejará de sentir lo que siente o de pensar lo que piensa. O quizás no, quizás sepas que en realidad estas ansias de castigo van a provocar una fractura social irreversible. Pero a ti fomentar la convivencia y la cohesión te da igual. Dialogar es de blandos y tú lo que deseas es apedrear judicialmente al enemigo; que se joda, así aprenderá. Menudo disgusto te vas a llevar como ganen los partidos independentistas en las elecciones del 21 de diciembre. Pobrecito, te imagino carcomido por el insomnio intentando averiguar por qué hay tantos malvados catalanes que no aman a España.

De todas formas, no te preocupes: en este andar acompasado hacia el autoritarismo no estás solo. A tu lado tienes a una parte de la sociedad española que también apuesta por solucionar un problema social complejo a base de echar pulsitos y dar golpes en la mesa. Por ejemplo, ahí tienes al fiscal general del Estado, José Manuel Maza, quien indicó hace unos días que «bastante paciencia ha tenido el Estado de derecho» con los independentistas. Claro, tanto aguantar, tanto aguantar y al final uno explota y no puede evitar desquitarse a lo grande (inserta aquí refrán sobre el cántaro y la fuente, que parece ser que ahora es muy del Código Penal). Lo sé, a ti te parece estupendo emplear el sistema judicial como un pinball de revanchismo político. Y si por el camino hay que dinamitar la separación de poderes, pues oye, tampoco pasa nada. Ya te voy conociendo, zagal.

En cualquier caso, felicidades. ¿Quién no se va a sentir orgulloso de un Estado que encarcela por hacer política a representantes elegidos democráticamente? Si después de esto los independentistas no tienen una revelación y empiezan a tatuarse la Constitución y abrazar con fervor banderas rojigualdas, es que no son humanos. Pero eso tú ya lo sospechabas, ¿verdad?.

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