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Atizar conflictos para vender armas

Donald Trump es sin duda un ignorante de la geografía y de la historia, pero cuando se trata de vender, sobre todo si se trata de armas, sigue una estrategia bien calculada.

A donde quiera que vaya, ya sea a Oriente Medio o a los países asiáticos, Trump se dedica lo mismo a halagar a monarcas feudales y déspotas amigos que a atizar conflictos.

La intención manifiesta, pues ni siquiera trata de ocultarlo, es exportar armas, esas armas que, según se jactó Trump en Corea del Sur, Estados Unidos sabe fabricar mejor que nadie.

Y que además, añadió el Presidente con su conocida egolatría, unida a su apego a la posverdad, harán del mundo, al final de su mandato, un lugar más seguro y mejor que el que él se ha encontrado.

Con tan loable intención, Trump no ha vacilado en poner en cuestión, de común acuerdo con Arabia Saudí e Israel, el tratado nuclear con Irán sin que le importe un bledo la opinión de los europeos.

Y ello tras conminar a sus socios de la OTAN a aumentar sus gastos militares para hacer frente al peligro de una Rusia que, si bien ha dejado de ser comunista, sigue sirviendo muy bien de espantajo.

La presencia en Corea del Norte de un déspota tan caprichoso y errático como Kim Jong-un le ha venido a Trump como anillo al dedo para convencer a sus aliados asiáticos de que deben dotarse de más armas€. por supuesto norteamericanas.

Y mientras pide a todos que se rearmen y habla de modernizar su propio arsenal nuclear, Trump se dedica a desmontar, sin la mínima consideración para nadie, acuerdos de comercio ya firmados. ¡Todo un ejemplo!

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