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Sobre el adoctrinamiento

La pretensión de que los estudiantes permanezcan aislados del ruido político que generan sus mayores resulta cuando menos cínica. Una vez más, la escuela pública ha de soportar la embestida de quienes creen que tienen algo que ganar con el descrédito de la comunidad educativa.

Pones "adoctrinamiento" en Google, y primero te sale el significado del vocablo en el diccionario, y segundo o tercero, depende del día, una acusación contra la escuela pública de Balears. Nos podemos felicitar por tener los grupúsculos de ultraderecha más hiperactivos y eficientes del panorama patrio. Son ellos los que, incansablemente, arrojan caca sobre una de las pocas cosas bonitas y valiosas por las que merece la pena luchar: la educación universal, laica, gratuita e igualitaria, la que pone los cimientos de ciudadanos de plenos derechos independientemente de su origen o extracción social. Ofende, que algo queda. Tergiversa, que algo sacarás. A lo mejor ésta es la manera de cohesionar España, destrozando la buena fama de esta comunidad educativa al completo, pero lo dudo.

A todos los activistas de la rojigualda que parecen a punto de entrar en combustión espontánea cuando escuchan a un niño catalán hablando catalán, o a un niño mallorquín hablando catalán, y que creen que el independentismo se mama en las aulas y no en casa, les diría, de verdad, que no se preocupen tanto. Yo estudié en las monjitas y en el Opus, y su adoctrinamiento lo procesé a mi manera, o sea, generando anticuerpos. Así que lo mismo en las escuelas del ámbito catalanoparlante se están formando los dirigentes unionistas del mañana, los marichalares del siglo XXII. Pero mejor no me dirigiré a ellos, sino a los diputados de partidos cuyos votos deciden cosas importantes, por si las encuestas desgraciadamente no se equivocan y dan el campanazo el 21D. A los de Ciudadanos (amén del PP), que en cuanto hay marejada se apuntan a bombardear las escuelas públicas del archipiélago con sus insidias, sus exageraciones y sus cotilleos de patio de recreo: pensad antes de hablar. Es una norma de primero de primaria. Id a los colegios a observar lo que consiguen con esfuerzo, en medio de una gran precariedad. Pisad el terreno y luego acusad, si os quedan ganas.

No sé si será posible dar clase de historia o de filosofía a chavales de quince este año soslayando lo que está pasando en Cataluña. Los malos profesores lo harán; los buenos darán sentido al concepto de realidad y de cultura contemporánea. Seguramente, los mismos que se escandalizan porque los adolescentes viven al margen de su tiempo, sin compromiso, sin ideales, abonados al consumismo y conectados solo a sus intereses y a sus móviles, protestan porque discuten sobre lo que está pasando y toman partido a su manera. Es muy difícil mantener a los niños aislados de esta gran movida nacional, y directamente imposible lograrlo con los jóvenes. Ni siquiera sería positivo, pues asisten en primera fila a acontecimientos que muy pronto describirán las enciclopedias. Culpar a los maestros por tener que explicar un ruido creado y amplificado por los políticos resulta cuando menos cínico. Y desear que los estudiantes no se expresen, propio de tiempos periclitados.

Nunca se habla de adoctrinamiento cuando llega la temporada de comuniones en los colegios concertados religiosos (subvencionados), ni al apoquinar por sentencia judicial los conciertos con centros que segregan por sexos. La ideología solo campa de forma malévola en la escuela pública, el resto de la enseñanza privada y semiprivada sienta cátedra con verdades más empíricas que la tabla de los elementos. Daría risa si no fuese una injusticia. Entre el espíritu crítico y el espíritu santo, a los que viven de la demagogia siempre les va a convenir que adoctrine el segundo.

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