Desde 1750 se viene haciendo seguimiento detallado de las manchas solares y estableciéndose el inicio y final de los ciclos solares de once años. Fue Rudolf Wolf, en 1855, quien halló una periodicidad de 11 años, confirmado la intuición de Heinrich Schwabe un aficionado a la observación astronómica que unos años antes había señalado que las manchas solares presentaban un patrón de comportamiento similar cada diez años. Realmente hablamos de actividad solar de ciclos de once años, pero realmente la duración de los mismos puede ser mayor o menor. Se han medido ciclos de siete años y otros más largos de diecisiete. Por término medio se habla de ciclos de duración de once años. El actual, denominado ciclo 24, comenzó en 2008 y terminará en 2019. Estamos ahora en su fase terminal, con una actividad solar muy débil. De hecho llevamos dos últimos ciclos solares de actividad menguada, en comparación con los ciclos 21 y 22, que caracterizaron las décadas de los años ochenta y noventa del pasado siglo; justo cuando se empezó a experimentar el actual proceso de calentamiento global. Pero llevamos dos décadas de un Sol durmiente, como se denomina. Y sin embargo, sigue la subida de temperaturas en nuestro planeta. El próximo ciclo solar, el número 25, se anuncia aún más débil. Lo que ha llevado a algunos detractores de la actual hipótesis de cambio climático por efecto invernadero de causa antrópica a señalar la falsedad de dicha hipótesis. Estas últimas dos décadas parecen haber quitado fuerza a este argumento negacionista. Habrá que estar atentos a la evolución del Sol en los próximos años.