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Un vals por el Congreso

Los valses tienen un aire a veces de nostalgia, pero hay una erótica del vals, como hay una estética, muy bien explicada por Siegfried Cracauer en su libro sobre Ofenbach. Desde el lunes están bailando el vals en el aula capitular del antiguo convento del Carme para celebrar que hace 80 años intelectuales de fuste y cuajo vinieron a mostrar solidaridad con la República (la segunda). Ya hay quien lo ha definido como "el mausoleo de los osarios" (sí, un intelectual muy metido en la UV). Otros lo ven como una propuesta académica, casi de laboratorio, lejos del mundanal ruido.

El ruido la y la furia que tuvo en 1937 el Congreso de los Intelectuales en defensa de la cultura (contra el fascismo, las cosas claras, ayer y hoy negro sobre blanco). Aquí hablan (yo soy oyente) los ponentes, en su mayoría eruditos y/o profesores. Excepto ayer, cuanto tuvo la palabra Miguel Barnet (¡ay, viejo amigo!). Y fue contundente en su rememoración de Alejo Carpentier y Nicolás Guillen, intelectuales, sí, grandes escritores, sí, comprometidos con la revolución. "La República es un referente para mi generación", dijo, con su claro timbre, su profundo acento, qué curioso, sin cubanismos ni amaneramientos. Él no es barroco ni críptico. Prefirió contar sus cosas y luego leyó el texto escrito de corrido. Hizo bien y dijo bien o mejor, revivió a Pita Rodríguez, quien vino en 1937, volvió en 1987 y no le dejaron hablar. No querían escucharle en aquel akelarre de amigotes ejemplificando el renuncio a Marx (y más, a Stalin). Porque querían hacer carrera y comer del pesebre. Algunos siguen comiendo de él.

En la exposición hay muchas cosas interesantes. Tal vez cabría más material vintage, pero eso necesita trabajo. Yo agradezco la muestra, me emociona ver el cartel de Mariana Pineda y el reparto. Me hace pensar en qué lenta va la marcha de los derechos, puesto que ni en 1937, ni en 1987 ni en esta nueva ocasión los escritores (o pintores) homosexuales que tuvieron arte y parte salen del armario. No es estalinismo, es beatería de izquierdas. No hay quien haga una ponencia (ni, por el momento, ni mentarlo).

Como no hay una sobre Hemingway, advierte un joven profesor, ni una sobre la ausencia en 1937 de John Dos Passos. Había caído en desgracia, había preguntado por el asesinato de José Robles. Sobre éste no hay ponencia ni mención. Raptado, torturado y asesinado. ¿En qué cuneta está? No hay noticias ni de Moscú ni de los estalinistas valencianos. ¿Qué sabía Muñoz Suay cuando acompañaba en EE UU a su hija? No todos eran angelitos.

Y hay una manita, no sé de quién, y no se ven recortes ni fotos de Levante-EMV en la capillita dedicada a 1987. Es simplemente censura, porque se publicaban dos páginas al día y opiniones contundentes. Como no hay ni rastro del cartel de Rafael Alberti. Preguntaba el cubano ayer: "¿Por qué no vino Alberti?". Porque habían censurado su cartel tricolor (con error, eso sí). ¿Quién oculta el original?

Pues es vals, es rigodón, es chotis, los que la afanaron la mataron, y siguen mangoneando, porque evitan la crítica, desconocen qué cosa es la autocrítica. Ya los conocemos de sobra, cambiaron de camisa, pasaron del PCE o el PSPV al PSOE. Y ¡ay, madre!, se han puesto las botas. Morirán con las botas puestas.

Hay ausentes, hay quien oye y sólo se dice en esos casos: hoy como ayer.

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