Informaciones falseadas, testigos gratificados, intereses superlativos, tramas sostenidas por la criptocracia trufan procesos históricos. La codicia es reiterativa. "Pase lo que pase, siempre acabamos hablando de Rusia" comentaba un locutor radiofónico. Andrey Krutskikh, representante especial del presidente Vladimir Putin, dijo en el evento InfoForum 2016, en Moscú: "Les aviso, estamos a punto de tener algo en la arena de la información, que nos permitirá hablar a los americanos como iguales", ("SDPnoticias.com", diario electrónico mejicano de Federico Arreola, uno de los periodistas más populares en twitter, 2013, según Forbes; 02/08/2017).

John Eacott Manahan (Jack) hijo de un millonario de Virginia, licenciado en Historia por Harvard y marido de Anna Anderson, nacida Romanov, como apunta su acta matrimonial, decía: "Todo cuanto ha sucedido anteriormente, sucede en la actualidad. Es como un rio y sus orillas. Si pudiésemos meternos en la máquina del tiempo y retroceder, rio abajo o rio arriba, observaríamos las cosas que suceden en la orilla. Son hechos que se repiten continuamente", recoge James Blair Lovell en su obra "Anastasia la princesa perdida". Era el inicio del siglo veinte y las noticias viajaban lentamente: telégrafo, rudimentarias conexiones telefónicas y travesías marítimas de semanas. Ahora todo es inmediato gracias al ciberespacio; "los individuos que poseen el mismo tótem se hallan por lo tanto, sometidos a la sagrada obligación", escribe Sigmund Freud en su obra psicoanalítica "Tótem y tabú". Y así, las sociedades se hipnotizan, desestimando ofertas como los libros. Mª Ángeles Bustamante Ruano, feminista y licenciada en Derecho, tras recibir el reconocimiento consistorial con motivo del Día Internacional para combatir la violencia hacia las mujeres, recordaba como su abuela, siendo ella una adolescente, le decía: "Mari, tú no sabes cómo estábamos antes. Ama los libros, los libros me salvaron de la desesperación". La escritora, Irene Estrada, en la presentación de su libro en la Biblioteca de la Dona, lamentaba que en: "Valencia es donde se realiza más cirugía estética y menos se lee". Mediante una bibliografía extensa y diversa, todo lector o lectora, se puede informar de estafadores, opresores y tergiversadores. "Los Romanov se apoderaron inmediatamente de los centenares de documentos históricos e informes en los que éste (el gran duque Andrés) había basado su apoyo a Anastasia (Anna Anderson), los cuales desparecieron para siempre".

Siguen existiendo procesos tan enredados como el de Anastasia, en el que,"después de diez años de investigaciones e interminables deliberaciones, los abogados de la familia (Romanov) habían presentado como testigo a un ciudadano austríaco que dijo a los jueces que había estado en la casa la noche de la matanza (Ekaterinburgo, 1918), había visto siete cadáveres tendidos en el suelo, lo cual indicaba que toda la familia imperial había sido asesinada. El tribunal, se negaron a revocar la declaración de herederos, tal como solicitaba Anastasia (Anna Anderson). El caso, por tanto quedaba cerrado". Todo era cuestión de dinero, de poder, de una inmensa fortuna legada por el zar; "pero el dinero depositado en un banco inglés, destinado a la dote de sus hijas, no se había tocado. Anastasia (Anna Anderson) apenas recordaba detalles, aunque dijo que el dinero se hallaba en una cuenta bajo un nombre falso. Se trataba de un apellido alemán, más bien corto, que contenía la letra a, y hacía referencia a los árboles".

Nada es nuevo. Botines y fortunas viajan por el orbe con igual facilidad que un común crucerista por atraques vacacionales; "la reina de Inglaterra dispone de un "ingreso privado que proviene principalmente" de Lancaster, "ducado que invirtió 7,5 millones de dólares en la sociedad Dover Street VI Cayman Fund LP en 2005", ("Expansión", 05/11/2017)."Procure ver a la a la reina (me recomendó Anastasia). Será la última soberana de Inglaterra. Eso es lo que dijo el padre Grigori (Rasputín), dijo que cuando un Battenberg se convierta en rey de Inglaterra, significará que ha llegado el fin. Así que cuando el príncipe Carlos de Inglaterra se convierta en rey, será el fin de la monarquía en Inglaterra", le relató al autor Blair Lovell su confidente la señora Manahan (Anastasia).

Maquinaciones de alcance astronómico se desbordan: "el testigo no lograba recordar los detalles y episodios más significativos en los que se había apoyado para acusar a Anastasia de impostora"; postura habitual en declaraciones con intereses: "la infanta Cristina, no sabe, no recuerda, no le consta: todo lo hizo por amor", ("Mediterráneo Digital", 09/02/2014). En el caso Anastasia, el presidente del tribunal amonestó al testigo: "generalmente, cuando un testigo sabe que debe comparecer ante un tribunal para declarar, procura refrescar su memoria".

Algunos declarantes apalabrados, se avergüenzan por no dar la talla como Gilliard, en el caso de la noble descendiente rusa, el cual "abandonó la sala del tribunal y, de regreso a su casa, sufrió un grave accidente que le impidió volver a comparecer". También aquí y ahora, cortapisas y nefastas eventualidades se cuelan mientras dejan en la inopia al profano hasta que surgen datos como los recogidos por Pilar Urbano, sobre el juez Castro del caso Nóos que declara: "Sin miedo, desde luego. Ni siquiera cuando sentía en el cogote el aliento de los sicarios de algún poderoso que pretendía amedrentarme" ("El Mundo", 19/11/2017)

"La gran duquesa tendría que pagar una fortuna en concepto de gastos judiciales y posiblemente se enfrentaría a una querella entablada por la parte contraria, lo cual la llevaría a la ruina", comentó Gleb Botkin, amigo de infancia de Anastasia. En la versión española apuntar las palabras de la infanta Cristina: "Lo de la multa, hacedme el favor de pagármela rápido, ¿vale? En serio, no tardéis porque si no la broma nos va a costar el doble. A ver si pensamos un poquito en España, que la cosa no está pa tirar cohetes", ("Al platu vendrás"). Por su parte, las infantas hijas de Carlos VII, "que había asumido el título de duque de Madrid, reinó de modo efectivo en el norte de España desde 1872 hasta 1876, coexistiendo con el reinado de Amadeo de Saboya, la Primera República y los albores del reinado de Alfonso XII"; sus hijas, la muerte de Javier de Borbón y Parma, comentaron: "Nos han dejado las migajas cuando todo era nuestro", ("Las perlas de la Corona", Juan Balansó),

La "ley Campoamor" especifica: Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira": azul Anastasia denominado así por los ojos de la gran duquesa, o rosa Valladolid citado por Sanchez Ferlosio en su obra "Alfanhuí". Javier Morales, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Europea de Madrid, declaraba en las ondas de la cadena Ser: "Rusia no está sola".

Spoto, en su obra sobre los Windsor recoge una frase de Isabel II: "Me parece que, a medida que pasan los años, disminuye mi capacidad para sorprenderme".