No soy capaz de estar en dos sitios a la vez, ni aún después de haberme leído los cinco volúmenes de los cuentos de Dick ahora trasladados a una serie -Philip K. Dick´s Electric Dreams- y por una comida, me perdí la presentación de Un crimen de Estado, de Gastón Segura, que antes publicó un relato negro y ahora se descuelga con uno negrísimo. Un crimen de Estado trata de cómo Franco se venga de don Juan de Borbón en cabezas ajenas. Está en la naturaleza de la Contrarreforma, nuestra más siniestra y perdurable aportación política, distinguir a los nuestros de los otros y a los otros, responsabilizarlos en un todo.
Pues llegué tarde porque la comida en Ca Rafel de Pego se alargó mucho, mucho, porque había que probar bastante de esto y de lo otro, incluidas las olivas salvajes y les herbes margeneres. Pero no crean que no tengo la cabeza en la tarea. De hecho, mi negación para la ubicuidad (sant Vicent no me ha dado este don) no me impide reparar en el Porrat de Llibres que, en aprovechamiento de la fiesta de Santa Llúcia, se presenta el próximo 12 de diciembre en el Colegio Mayor de la Seda. Ese mismo día se homenajeará en la Nau y el Mercat Central, a Gaietà Ripoll, maestro de escuela y última víctima de la Inquisición. Hay que ser animal para matar a un maestro con lo necesitados que andamos, entonces y ahora, de alguna instrucción
La cita invernal del Porrat de Llibres se ha consolidado lo mismo que la Plaça del Llibre en el otoño (y, por descontado, la Fira en abril). Ahora sólo falta una convocatoria de verano para completar el calendario libresco. El verano es tiempo de lecturas de largo aliento, de escapar a mundos fabulosos o de redescubrir la poesía (como la Poesia completa de Marc Granell que edita el Magnànim). Y de los libros técnicos para empezar a aprender parapente o buceo. Y por si fuera poco, ya está en la calle el Calendari dels Brillants que me llega, aumentado y fresquito, de Benissa, por gentileza del Senyor de Plamolins que también me envía su En gris marengo (evocación y antropología).
