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Una foto en el autobús

Hay una foto famosa de Rosa Parks, la luchadora por los derechos civiles de los negros americanos que fue encarcelada por sentarse en la parte del autobús reservada para los pasajeros blancos. Todo eso ocurrió hace muchos años, en la época de la segregación racial, pero ahora Rosa Parks se ha puesto de moda porque muchos "indepes" catalanes dicen haberse inspirado en ella en su lucha por la independencia. La comparación es un disparate, porque ningún ciudadano de Cataluña tiene que sufrir la segregación racial -en escuelas, en hospitales, en autobuses, incluso en los urinarios públicos- que tuvo que soportar Rosa Parks, pero lo dejaremos ahí.

El caso es que esta foto famosa -yo la vi en una gran reproducción en una esquina de Washington, cerca de donde se levanta el monumento a Rosa Parks- ha pasado a la historia de la lucha por los derechos civiles. En esa foto se ve a Rosa Parks, sentada en un autobús, mirando por la ventanilla. Rosa Parks tiene una expresión tranquila, serena, determinada, la de alguien convencida de estar haciendo algo justo y de ser ella misma una persona justa por estar haciéndolo. Esa foto en el autobús también deja claro que esa mujer no estaba dispuesta a dejarse intimidar por nada ni por nadie. Y así fue. Rosa Parks se atrevió a vulnerar la prohibición de sentarse en el lugar reservado para los bancos, y a partir de ese momento recibió constantes amenazas de muerte -que en su época se llevaban a cabo- y perdió su trabajo de costurera. Tuvo que irse de Alabama, su hogar, y establecerse en el otro extremo del país, en Michigan. Pero su gesto, lo que hizo el 1 de diciembre de 1955, sirvió para lanzar en todo el país la campaña a favor de los derechos civiles que terminó anulando toda la legislación segregacionista en los estados del sur.

Pero detrás de Rosa Parks, en ese autobús, aparece sentado un hombre blanco. El hombre va bien vestido. Lleva chaqueta y corbata y mira en sentido contrario al que mira Rosa Parks. Tiene el gesto serio, casi contrariado, y medio cuerpo fuera del asiento, con una pierna incómodamente cruzada sobre la otra. El hombre parece nervioso y cansado, como si estuviera soportando algo que no le gusta nada. Para la posteridad, ese hombre blanco sentado detrás de Rosa Parks es un supremacista del Sur que tiene que aceptar a regañadientes la presencia de una negra en el asiento de delante. Si no fuera por ese fotógrafo, ese hombre blanco parece dispuesto a levantarse de un salto y echar a patadas a esa mujer negra que lleva un ridículo sombrerito pastillero (o "pill-box hat", como decía aquella canción de Dylan) y que está sentada donde no debe. Sí, en esa foto todo parece indicar que las cosas son así. Y por eso mismo se ha convertido en un símbolo de las luchas por los derechos civiles. Y por eso mismo, imagino, la colgaron en una fachada de Washington durante no sé qué celebraciones en memoria de Rosa Parks.

Hasta aquí todo parece perfecto, salvo por el detalle de que el hombre que está sentado en el autobús, justo detrás de Rosa Parks, no era un segregacionista ni siquiera un pasajero del autobús. Era un periodista llamado Nicholas Chriss que estaba en Alabama, el estado de Rosa Parks, cubriendo la campaña a favor de los derechos civiles de los negros. De hecho, él mismo estaba en contra de la segregación racial, y eso que él era del Sur, de Georgia, por más señas. Por lo demás, la foto no se tomó el día en que Rosa Parks desafió la legislación racial del autobús y se sentó en un lugar prohibido para los negros, sino un año y pico más tarde, justo al día siguiente de que el Tribunal Supremo americano declarara inconstitucional la legislación segregacionista en los autobuses de Alabama. La foto fue un montaje, porque las organizaciones de derechos civiles convocaron a Rosa Parks y a un grupo de periodistas para fotografiarla en un autobús, y difundir así la nueva imagen de los autobuses libres de segregación. Pero como aquel día el autobús iba vacío y no había nadie más a mano, uno de los periodistas presentes se prestó a sentarse detrás de Rosa Parks. Ese periodista, claro, era Nicholas Chriss. Y si su rostro está crispado y parece tenso e incómodo, no es porque esté en contra de la segregación racial, sino porque sabe que aquella foto es un montaje -por bienintencionado que sea ese montaje- y a él no le debe de hacer mucha gracia estar participando en esa falsificación de la realidad. Era un periodista de raza, ese Chriss. Murió de un aneurisma, relativamente joven, en 1990. Será mejor no preguntarse qué habría opinado de esta época nuestra que se regodea en las mentiras y en la posverdad.

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