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Para salvar la filmoteca

En la Filmoteca de la Generalitat Valenciana están de celebraciones y yo que lo vea 25 años más (la vi venir, empujé lo mío y sé más de lo que a ellos y cía. les gustaría). Debe constar que soy el escritor y/o periodista valenciano que he ido más a sus sesiones -quienes han vivido, en otros tiempos, de ella, ni van ni se les espera, quien tienen cargo oficial ahora no fueron nunca ni una sola vez, ni a Cinema Jove, ni a la Mostra, ni al Palau de la Música, ni a ningún museo, así nos va- y a veces tienen una buena programación, últimamente cine negro para mí insuperable.

Pero hay una historia negra, nunca asumida, nunca corregida y dudo que haya un político bien aconsejado que tome las riendas, mejor -así piensan hoy como ayer- laisser faire, laisser passer. Y al grano: la filmoteca la preparó Marina Navarro (nunca lo dicen, nunca le han invitado a nada, nunca le han homenajeado). Tampoco han homenajeado a quien la dotó y donó su colección y hubiera sido su mejor director, Ricard Blasco (ni citarlo, ni hacer un ciclo con sus donaciones). El ventajista que se la apropió, amigote de ministro de allá, Madrid, aterrizó y de ella hizo su predio. Como ejemplo: colocó a su compañera provisional. Fue el sherif de Campanar, cobraba el sueldo y vivía gratis en el apartamento reservado al conseller y en él murió en extrañas y maléficas circunstancias.

Colocó de restaurador a alguien que no restauró nada ni sabía; estuvo años de baja, en su casa. Y tras yo comentarle que estaba investigando sobre Blasco Ibáñez, le encargó el proyecto a otro que 10 años después no había encontrado nada (¿verdad Nacho?) y sigue. El menda (van dos) se quiso apropiar de mi trabajo con Elena Vilardell, la única con ganas y contactos internacionales, por eso le hicieron la vida imposible y se fue al Ministerio de Exteriores, gracias al director de la Filmoteca Nacional (entonces). Veinte años después no han encontrado nada. Enhorabuena.

El comisario de turno -que se cargó a Joan Alvárez (excomunista)- viajaba con una o dos becarias, iba a hoteles de lujo y a los restaurantes más caros (por ejemplo La Felipa o el Floridita en La Habana) y comía con cubiertos de plata. Pagábamos todos sin saberlo.

El siguiente empezó con mi ciclo organizado: más de diez filmes rescatados. Tres inéditos desde 75 años antes perdidos o más. Se dedicó a sus asuntos, a cambiar de secretaria y de casa. A dar subvenciones sospechosas a gente que le tapaba y le tapa todavía. A firmar y prometer y luego no cumplir (ni ciclo de Hemingway ni ciclo de Guastavino). Salió tras señalarle los productores por dudas en el Institut Valencià de Cinematografía. Le sucedió Cidoncha. Aquí hay marro.

Y llegamos a los mil intercambios con festivales, el equipo A es ducho en colaborar con ellos, y editar las publicaciones de ídem (dedicándole el tiempo robado que les pagamos aquí, oh, qué lujo). Y algunas son plagio puro (festival de Jaca 1999). Publicando a sus amigos de alma, que les baten las palmas, cómo no.

Y han intentado cambiar de sede doce veces, que si al Palau de les Arts (los del Consejo Rector lo bendijeron por unanimidad), que si a Alacant y la Ciudad de la Luz (y las estafas), que si al Capitol de mis sueños. Sigue aquí y está con los wáteres mal, sin papel a veces, sin agua otra, los asientos desagarrados, sin control de cuántos programas coge cada cual y cada día, con un ascensor que se para y que trontolla.

Y lo celebran y siguen con el nombre que le puso Consuelo Císcar, que de cine ni sabía, ni sabe ni sabrá, pero ha dejado su marca, como en todo, lo decidió en el cementerio, en un entierro. Un arranque digno de Billy Wilder, sí, la hija de Tuñón de Lara y la de su esposa, Neus, dijo que eran herederas y se había casado por fin, con su madre, siete días antes. Ellas vendieron su legado a la Generalitat por millones, brillante final (los libros más valiosos procedían de la Catedral de Valencia y habían sido requisados en 1936 y nunca devueltos). ¿Quién da más? ¿Quién ha contado nada de eso? Aquí hay omertà, aquí hay trama, hay ley del silencio. Por algo será.

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