La igualdad sólo es posible si hay diversidad. Abunda entre nuestra flora y fauna nacional alguna especie nada amiga de la diversidad, esa misma que niega la igualdad de género: machistas, inquisidores, doctrinarios, puritanos, y, en definitiva, quienes imponen una visión normativizada, simplista, de la realidad. Combatir a esta manada cuesta lo suyo, como bien sufrimos en nuestras diversas entrañas aquellos que, desde in illo tempore, batallamos contra el discurso binario.

El programa Diversitats de la Universitat de València presentó días atrás su primera actividad en agenda, consciente de la necesidad de promover y estimular diversidades a diestro y siniestro. Una mesa redonda con especialistas en lo diverso y la complejidad, como son Dau García Dauder, profesor del Departamento de Psicología Social de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Esther (Mayoko) Ortega Arjonilla, doctora en Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Santiago de Compostela y Nuria Gregori Flor, doctora por el Institut Universitari d´Estudis de la Dona de la Universitat de València. Dialogaron en la Facultad de Farmacia de Burjassot sobre Ciencia, tecnología y género, cuestionando los dualismos. Moderó y condujo la mesa mi inolvidable maestra Ana Sánchez Torres, en la actualidad vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), además de traductora y discípula de Edgar Morin y féministe avant la lettre en el campo de la filosofía de la ciencia.

Aprendí a estimar las diversidades en las clases de Epistemologías radicales de Ana Sánchez, avezada en imaginación metafórica y partidaria de combatir una «sociedad que no tolera la incertidumbre». Las violencias de los dualismos, se dijo, están en todos lados. Es un error depositar el género en el cuerpo de las personas. Necesitamos el reconocimiento, o, en palabras de Dau García, ensanchar la visión de lo que es el género. Hay que reflexionar sobre las miradas y el reconocimiento, ampliar las coordinadas de lo binario y el imperialismo dicotómico. Se puso sobre el tapete una idea capital que cambiaría la lógica simplista de la humanidad: la identidad se desarrolla a lo largo de la vida. ¡No hay que poner trabas al cambio de la identidad! ¡Que fluyan las diversidades!

En resumen, sintetizó Nuria Gregori, «la identidad no está en el cuerpo». Desde la ventana de Levante-EMV animo a abrir otras ventanas, trazando una cartografía de los cuerpos que permita mayor diversidad y complejidad en las próximas generaciones. Quienes construyen en las aulas un pensamiento binario y dualista están siendo violentos. Atención, docentes de ciencias sin consciencia. Construyamos metáforas y no prejuicios ni estereotipos. Estimen las diversidades. La vida se lo agradecerá.