Se equivocan nuestros dirigentes políticos obviando en sus discursos los hábitos de consumo de las personas consumidoras. Los hábitos de consumo son un indicador fundamental no sólo de los niveles de salud de nuestra población, sino también de los usos y costumbres de la población para conocer la situación económica de los mismos. Valgan dos ejemplos de distinta índole: uno que tiene que ver con los hábitos saludables, la falta de educación de los mismos y la concienciación de la ciudadanía a la hora de consumir productos sanos; y otro, el papel fundamental de la ciudadanía a la hora de utilizar nuevas fórmulas comerciales, como el ecommerce, y las prácticas cada vez más extendidas de compras on line entre la población.

En ciertos sectores poblacionales de riesgo cada vez más se dejan ver los niveles de malos hábitos debido a la falta de una educación en valores saludables. Es por esto que es necesario plantearse como objetivo fundamental la transmisión de dichos valores para que contribuyan a una mejora en los hábitos alimentarios de la ciudadanía.

Recientemente se celebraba el Día Mundial contra la Obesidad. Cada vez aumentan más las enfermedades debido a la mala alimentación de la población y a sus malos hábitos. La mayoría de especialistas señalan que es a causa de la falta de planificación de programas educativos que influyan en los más pequeños a la hora de establecer sus rutinas de consumo. Como apuntan los expertos, las cifras son alarmantes. Indudablemente, la obesidad se ha convertido en uno de los mayores desafíos en materia de salud pública. Es verdad que desde la Conselleria de Sanitat se están realizando acciones en este sentido y muchas de ellas merecen una especial atención, pero aun así estos esfuerzos no son del todo suficientes si no vienen acompañados de acciones coordinadas entre distintas Administraciones.

Otro de los ejemplos que comentamos es el aumento que existe entre la población de nuevas conductas asociadas a las compras on line y la relación que se establece entre los nuevos consumidores y los más tradicionales que realizan sus compras en grandes superficies o en comercios de proximidad. Precisamente en este último ámbito, es donde más problemas existen a la hora de establecer un relato entre las distintas Administraciones. La mayoría de ellas apuestan por potenciar la compra de productos de proximidad, teniendo especialmente en cuenta la calidad de dichos productos.

No obstante, las cifras no acompañan a este tipo de prácticas, ya que en torno a un 70% de la población sigue realizando sus compras en grandes superficies, destacando el factor económico como una de las principales razones y obviando en todo caso cualquier recomendación de aspectos saludables. Desde nuestro punto de vista, tienen y deben tenerse muy en cuenta por las personas consumidoras.

Estos dos ejemplos son consecuencia de la falta de una cultura educativa clara por parte de las propias administraciones. Comienzan a realizarse algunas acciones de concienciación y promoción, pero mientras no se incluyan los hábitos de alimentación de la ciudadanía en el currículo de determinadas materias, los esfuerzos pueden quedar sin ningún tipo de efecto.

Reconocemos los esfuerzos que se están realizando para la incorporación de menús saludables en los comedores escolares, los contratos de compra ética pública en los pliegos de determinados servicios, y la puesta en marcha de programas de concienciación de prácticas saludables entre la población. Pero como hemos dicho, los hábitos alimentarios de la ciudadanía son una cuestión de salud pública y más allá de acciones promocionales, las personas consumidoras pedimos programas serios de educación dentro del ámbito escolar dotados de presupuesto y supervisados por especialistas del ámbito de las salud pública así como nutricionistas que influyan en las rutinas y en las costumbres alimentarias de la población, en este caso de los más jóvenes.

En conclusión, los hábitos de consumo son fundamentales para cambiar las costumbres de los propios ciudadanos y como hemos repetido muchas veces, fundamentales para arreglar desencuentros como por ejemplo, la problemática de los horarios comerciales. Es muy importante realizar programas destinados a las personas consumidoras que puedan influir en el cambio de costumbres y usos que la propia sociedad nos ha establecido. Desde la Unió de Consumidors, apostamos sin duda por trabajar desde el ámbito educativo estas cuestiones, tanto los hábitos saludables de las personas consumidoras como cuestión de salud pública, como los programas de concienciación en hábitos de consumo responsable y comercio sostenible.

Ante cualquier reforma planteada en este sentido desde la Unió de Consumidors será fundamental incorporar el discurso de los hábitos de consumo ya sea desde el punto de vista de la transacción comercial o bien desde el punto de vista de los comportamientos de los consumidores. Si no es así, no tendrá alcance ningún tipo de reforma puesto que habrá que recordar tanto a la patronal como a los trabajadores que sin el papel de los consumidores el comercio y el consumo no tiene ningún sentido.