Leo estos días una noticia interesante y preocupante. España ha perdido un millón de practicantes del esquí desde 2008. Por zonas el descenso mayor se ha producido en el Sistema Ibérico, Sistema Central, Cordillera Cantábrica y Pirineos. Curiosamente, el sistema Penibético (Sierra Nevada) habría mantenido el número de practicantes de este deporte e, incluso, muestra una tendencia al alza en los últimos años. Hay muchas causas que explican este hecho: aumento poco meditado de estaciones de nieve desde los años noventa del pasado siglo; el importante retraimiento de la demanda en los años más difíciles de la crisis económica. Para rentabilizar una estación de esquí los estudios señalan que son necesarios al menos 40 kilómetros de pistas esquiables, 250.000 visitantes al año, un precio medio del fortait de 20 euros y estar situada a menos de dos horas de una ciudad importante. La situación financiera de muchas estaciones de esquí de nuestro país no es muy favorable en los últimos años. Pero también la cuestión atmosférica, los cambios experimentados en las últimas dos décadas, está presente. Y los propios empresarios del turismo de nieve lo saben. Una tendencia decreciente de las precipitaciones de nieve del orden del 2,5 % por década desde 1950 y una elevación de la cota de nieve son las manifestaciones ya presentes de estos cambios. Esto ha hecho proliferar los cañones de nieve artificial y la potencia de los mismos en las estaciones; incluso las situadas a mayor altitud. La producción de nieve artificial en las estaciones de esquí españolas se ha multiplicado por quince desde 1990. El propio negocio de las pistas de esquí ha tenido que ir transformándose en los últimos años. A la estación de esquí tradicional ha seguido la estación de montaña con actividades no dependientes exclusivamente de la nieve, que permiten prolongar el funcionamiento de las estaciones en el resto de meses del año. Aunque eso sí, la demanda no es comparable con la que se concentra en los meses de invierno. Si se cumplen las previsiones de cambio climático, la situación no mejorará. Las estaciones situadas a menor cota y peor orientadas serán las primeras en notar sus efectos. Meteofrance ha señalado que un aumento de 2 ºC, como el que intenta evitar el Acuerdo de París, disminuiría la duración de la temporada de nieve a sólo un mes al año. Tiempos difíciles para el turismo de nieve que obligarán a una mayor reconversión en los próximos años.