Creo que los catalanes ganarán mucho el día que se comprometan a fondo en la gobernanza del Estado. Es lo que les toca hacer, lo que merecen hacer por su preparación, capacidad organizativa y espíritu comunitario. En realidad, si se observa el catalanismo con un poco de perspectiva -de Joan Maragall a Josep Pla, pasando por Eugeni d´Ors; de la Lliga Catalana a Artur Mas, pasando por Jordi Pujol- esta emanación layetana de clases medias ha oscilado entre la afirmación onanista del «nosaltres sols» y el viaje a Madrid con el muestrario en la maletita, a ver si nos compran algo. Las dos almas son igual de ciertas, no todo el mundo tiene visiones monopolares y unívocas como el entrecejo de Josemari Aznar, aunque parezca mentira, hay otras maneras de ser.
Tampoco esa larga marcha sobre Madrid resulta fácil: está en primer lugar la resistencia a compartir nada de los beneficiarios del estado de cosas, la afirmación gárrula y pentecostal del macizo de la raza como pueblo elegido y la necesidad de atraer, como siempre ha hecho la Cataluña de izquierdas, el poderoso embrujo de los faralaes de Andalucía. Sin todo eso, no hay nada que rascar y España seguirá siendo la máquina de exclusión y doctrina, de monolingüismo y monoteísmo (no sé que es más peligroso), de los cojones sin barcos y del empeño descabezado.
La tarea es de tal magnitud que sudo sólo de pensarlo y eso que no me corresponde a mi acometerla. Pero no veo otro camino abierto: si no, nos aguardan meses y años de nacionalismo recíproco, de desobediencia e invocación, de frenesí y amenaza, de legitimismo y procedimiento: un verdadero coñazo ¿Hay alguien ahí? Espero que sí, Bruselas no puede reparar eternamente los desarreglos de una falta de entendimiento político. Yo pensaba que una mayor participación en las elecciones catalanas encogería el espacio soberanista, pero ya ven que no. Tampoco es fácil batir al Barça y esa gesta me parece mucho más meritoria porque depende de docena y media de mozos multimillonarios que afirman cada domingo la posibilidad de tener magníficas perspectivas sexuales.
